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lunes, 8 de septiembre de 2025

NERONESSA. TRAVESÍA DE UNA MENTE CÓSMICA EN UN AMBIENTE SUBURBANO




Me gustaría hablar un poco sobre algo que me han preguntado bastante y es la forma en que empleo el lenguaje en mi poesía y cuál es su relación con mi intención poética durante mi proceso creativo.

Generalmente cuando las personas me leen se encuentran con una estructura muy sobria, un lenguaje que me han descrito como codificado, rebosante de conceptos densos y enmarañados. No es fácil de tragar.

Sin embargo, mucha de mi poesía describe mis interacciones con los estímulos de la vida cotidiana como cualquier poesía urbana, solo utiliza un lenguaje distinto, una jerga desarrollada por un alma a la que le costaba trabajo expresarse en un ambiente social represivo y aprendió a comunicarse con el exterior como si fuera con círculos de maíz.  

La temática y el juego entre lo que oculto y lo que quiero dejar ver se evidencian en esta pieza sobre simplemente la carga emocional que me produjo alguna vez balancear mi ruleta de emociones durante una interacción social:

 

Dosis

 

Un solo humano cuadra:

ya mis tactos se quieren arrancar,

disimulados en la noción del mimbre.

El solo humano abarca

ciñe un tornado de marfil en inyección,

le rebosan aires olímpicos para soplar horas-por-tacto

sin que un toque sea la olimpiada de la corteza ordinaria.

si pudiera ser elástico

como la vagina de moler

mi tacto rústico

mi tumor de tactos.

nabos

tetraédricos

tan moños de nodriza.

rinocerontes duros, sicodélicos son mis tactos;

el unicornio en capa sanguínea.

nos hemos extraviado

inmoderado, descarrilado tacto:

Gemido de la membrana,

ópera de la célula,

Caballo tacto que relincha.

 

Otra muestra de piezas que son sumamente cotidianas es este poema menstrual:

 

Cíclico

Por su aroma sujeté a Mercurio al traspasarme la cerviz
Al rodar enamorando los mártires de la gloria permanente.
Contuve el astro hasta desprenderse de las lianas del chakra
Cuando dejó pantanos de rebelión en las losetas
sodoma histérica en mis conversaciones!
Anémicos, gajos de fuego,
Perdigones del aliento de Dios
(Él quiere soldar un caldo de carnes)
Que circulan la tráquea de la puntualidad.
Pujo telaraña hacia la boca de la existencia
que aletea entraña en sus labios como un colibrí,
que se entrecierra como entrecerrar un ojo
para escupir los arcoíris entumecidos.
Ese ojo pestañea sus bostezos de sangre
Un salpicadero de revolución ciclotímica se constituye en carabina
de una cripta-dispara-muertos.
Triste la pobre espina entre el pulmón de los pétalos!
Te juro que solo vomito milagros hasta el amanecer.

Así, los trabajos de mis libros El Volcán de la Matriz Electro-elástica y La Estirpe de las Gárgolas se tratan de la travesía de una mente cósmica y sin límites en un ambiente suburbano, coercitivo y fanático.

Al yo asumir ese ángulo lingüístico para poder abrazar esa perspectiva sin restricciones de filtrar la realidad a través de la cosmicidad de mi mente es que se combinan:

  • El estímulo primario y la reacción (estimulo físico/emocional/espiritual
  • Los preconceptos, valores y las nuevas epifanías
  • La riqueza cromática del ruido exterior

El ruido exterior es en realidad el verdadero sazón de mi poesía. Ese ajinomoto que lanza chispas al cerebro con su neurotoxicidad. Ese sabor umami impredecible que me empapa la mente cuando logro abrir la conciencia y los sentidos a traducir los mensajes no verbales. Dicen que cuando un artista está creando necesariamente tiene que salirse de sí mismo y convertirse en un túnel, en un médium. Debe desactivar la parte del cerebro que lo hace consciente de sí mismo, para convertirse en una vasija de fluidos cósmico-orgásmicos que navega la galaxia creativa en piloto automático.

Y tratar de encontrarte a ti mismo en ese estado sin perder la conexión “electro-elástica” o mejor dicho, tratar de mantener la conexión existencial al mismo tiempo que conectas el tercer ojo creativo, es como tratar de mirarte a ti mismo volteando la cabeza muy rápido, o como tratar de agarrar un globo con las manos llenas de jabón, o mejor aún, como cantar el himno nacional mientras estas teniendo un orgasmo. Es al mismo tiempo inútil (pointless) e inoportuno.

Ese espacio sagrado, sin prejuicios, sin géneros, sin leyes físicas ni restricciones corpóreas. Como lo describo en mi poema “Seres espirituales”:

es un solo hueso rojo de una étnica laringe,
incolora, incorpórea, gelatinosamente psíquica.



















Es en este estado pseudo-astral en el que he podido incluso obtener profecías para mi vida mediante mi poesía. El poema “Vinculo de monopétalos” fue escrito a mis 15 años para describir episodios cruciales que acontecerían 10 años después:

 

Vínculo de Monopétalos

Entre los trigos negros mis neuronas están esparcidas; entre jaspes de carbón, contorneadas por la granizada de labios, asidas a una pelvis de cuarzo que gotea.

Florecen desconociendo el barro al que miman mis raíces.

Quiso que fuese cómodo,

así que eructé un cama de hojas de romero ortopédico.

Quiso que fuese cálido,

así que inyecté petróleo a mi útero y le invité a irrumpir en mi siesta como todos los días.

La placenta está ungida y aceitada borbotea vaporizando la sangre.

Dejé que la carne se propagara arropando mi corazón hueco.

se sirvió de mi candor y bebió de mis pulmones.

se adueñó de mis huesos como escaleras

que llevan a embriaguez miope.

Quiso que fuese espumoso,

igualmente embalsamé en glicerina mis espigas pero igual fueron segadas

por una barba de clavos.

Todo fue disecado por tu aliento herrumbroso.

Constantemente ignoras la nube de avena bajo la cual te desvestías,

y lo cierto es que el cereal es espeso, a veces se burla chorreando avellanas.

solo a veces condensa besos que se aglomeran por momentos;

como la sal sordomuda en un útero de venganza.

Y para entrar en ese espacio el ingrediente más imprescindible, en mi humilde opinión,  es el ocio. El ocio es tan importante para mí que está presente en muchos de mis poemas.

 

“El ocio cráter”

En las tardes de este techo de acupunturas el sol adquiere tanta hambre de los hombres/ y come.

se come las viejas en celo, come los sodios las piernas y los cuellos dejando como unigénito al sudor;

las caderas se vuelven en arroz de tanto esperar, hasta que solo soy el aire lechoso de apéndices verdes e infectado.

Como palmas estáticas los crepúsculos son canelas estáticas

Las especias flotaron bajo el camino angosto de las nubes como lápidas de un cielo aburrido con el piso de los aguaceros estrechos,

aguados/ atascados, estáticos.

Las tardes flotaron con la cara enlodada, en retazos de cera cuando tropezaba el sol

¿En qué locomotoras llegaron los versos a mis paredes patéticas? cuando la única vía era en mi cabeza el degolladero de la demora, y en la demora no reposan rieles ni paredes

jamás hay paredes cuando se agota el espíritu, nunca se inventan paredes espirituales.

En los días enteros sin tener oxígeno fuera del cántaro rumiando mis inspiraciones,

mis ensimismamientos semi-gusarapos-semi-divinos, a veces hasta el tope de ser mera fruta sumisa ser cuchillo y batallar estrofas de carnes y rocas que se han abierto para dejarme satisfacer, respirar reconfortante

opio de sílabas, inhalar la armonía de las orquídeas en la boca de las boas y calidez que emanan entre líneas; y a veces pienso que se pierde todo el conocimiento

de las antítesis y los debates cuando se encuentra la paz.

Por eso cuando veo la oscuridad inmensa, no creo en la luz.

Por eso cuando siento la desnudez sublime, los trapos alcanzan la marea, y la escoltan.

 

Otro poema sobre el ocio:

 

“Posteridad Ascendente”

 

Ya eyaculamos en los sueños el catarro para con el manar mantenerlos crudos y erizados.

El guante astral nos enmaraña en su combustión espontánea, brincando el carrete de plata del Hércules devorado, los cinco abismos de abolición peregrinando mi materia gris.

Del espíritu las llaves se prostituyen sin estratagema aliento es el serafín errante: con un soplo las puertas del papiro se traducen recién nacidas en este geométrico amanecer de las razones, conjugándose en el calambre de nuestra intimidad espiada, en la mermelada carmesí de la conciencia colectiva; médula va a atiborrar nuestras sangres.

integrando asimétricas células troncales al desplazarse los microbios en las carreteras de otro plano ultra condescendiente, mezclando el ritmo sustituido de las zanjas del espíritu.

Para llegar a esta fase es que desmayo estas horas rascacielas. Me maquino esta sobredosis paranormal por deseo y vicio, a veces solo me late con chispa propia la otra aurícula extrasensoria. Confieso su microcosmos adictivo que recicla mi seso.

Mis sueños son camellos de óleo perpetuo, me complace recoger del estiércol el enigma. Los soles que cabalgan son mis letargos lícitos.

su volumen esponjoso se dilata amortiguando mis días.

 

Volviendo al éxtasis creativo, en el que tú ya no eres tú, sino que tus músculos y neuronas están prestados para cumplir un propósito ulterior, del que tú todavía no puedes ver el final, es en mi opinión, la adicción que compartimos todos los humildes servidores del arte.  Esta adicción funciona como una calle de dos vías. Nos extasiamos cuando producimos y nos extasiamos cuando consumimos un discurso que enciende tanto nuestro hemisferio derecho que sus efectos llegan hasta la amígdala, esa que enciende la pasión.

Con esto respondo la pregunta, ¿de dónde vengo? ¿Cuál es mi intención poética? Yo lo defino  como un culto a lo “inagarrable”. Una descripción que cómicamente coincide con todas las religiones del mundo.  

Uno de los valores más arraigados que tengo es hacer las cosas con propósito. Por eso quiero expresar que a veces siento que peco, al utilizar mi plataforma de una manera egoísta.  En realidad, todo lo demás que hago, a diferencia de la poesía se trata de contribuir, de re-pagar al planeta como la optimista irremediable que soy. Aunque sí he logrado hacer críticas sociales con algunos de mis poemas como:

 

“Humanidad”

 

Gente: carne que comercia carne,

-prescripción de bistec para sedar un vacío-

o en las avenidas de oxígenos vitrales que espolean los argumentos de las razones decorosas.

Logia de catetos -en antifaz-Esporas (caducifolias,

de corola absorta en la vulva de la cirrosis)

Músculos de fango

(en crepúsculo debido al péndulo de licor);

Caterva de tripas/ musgo/ sátira, filamentos de azófar y ovillo pasmado.

Gente: hipnosis e inercia.

Yo conocí las etnias roedoras que husmean de todas las palabras un pellejo y de los ladrillos las sortijas de aire.

De entre de los estuches de épocas he rociado un alma, de lemas piadosos. Yo me fusioné con ritmo de camaleón entre la cartografía del disfraz de humano,

para olfatear algún sebo que reaparece de las mazorcas del tiempo,

para al final sentir que ya no existen sentimientos, tan solo ondas de dispersión con olor (bajo) a borugas que algún día nos embestirán a mordidas, como los terneros a las idénticas borlas en el forraje de las eras.

Para observar cómo se arroja a los cables la pócima de limpiar sarna con sangre, y las líneas de conexión se desintegren con su agrura, fragmentando la electricidad a las galaxias creadas por los humos de un tabaco

que juega a nazareno.

Anticipando el comienzo del remate, donde será condenado el conocimiento de la sublimidad y sublime la comprensión de la condena.

Es para que conozcas, que intentaran preñarte groseramente de los embriones de cualquier parábola que transmite las señales de ausencia y solo geomorfológica distancia,

enrollando lágrimas blanquecinas del sueño húmedo de Freud para rellenar tus corpiños sucios, los cuartos de los mercados de tu infancia, y los huevos de tus pisadas;

ignorando que fecundarás ortodoxias y pies de ojos que no asistirán al Armagedón nervioso,

y oídos que no se enterarán del matinée apocalíptico ambulante, boca incapaz de interrogar otra moral autista venida al mundo sin el talón de la angustia, el resentimiento, y la matriz carroñera de miradas y frases de carne.

Aun así, la poesía es mi hábito más egoísta, mi secreto jugoso. Mi desafío como artista es en lo adelante poder incorporar la pasión poética-orgásmica con la pasión del propósito ético-devocional, sin correr el riesgo de querer agarrar la vejiga resbalosa y en el intento correr el riesgo de perder la esencia “electro-elástica”.