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martes, 30 de septiembre de 2025

Teaser: DIEGO BRANDO. UN CUADRO QUE NO SE COMPRENDE

 

                                                                                                   fotografía de Andreas Gursky




En la pared de tela me abrí una ventana
De “El payaso castigado” Sthepane Mallarmé


En la habitación luces

y sombras, y el mundo afuera un 

fondo gris, ese pájaro que temprano

aplastó su cara contra el asfalto

sin esperar migajas del cielo.




Introducir en la mente piedras

es pensar, detrás y callados

los navíos marcan el agua, suman

el sentir del barro; pero otro 

pensamiento viene, y el tropel

de muertos hiere la cara. Recibo

el viento, el corte en la superficie 

marca un río de ángeles que caen,

al fondo todo el mundo disimula.




Entre tomar aire y exhalar

la totalidad del mundo. Como furias,

mastines detrás de una presa demasiado

veloz. Ruidos de fondo, frecuencias,

llovizna. La presencia sobre lo que 

no existe, pero ocupa la mente.

Voracidad y una inquietud de mármol.

O como un cuadro que no se comprende.





El temblor y su ejercicio, una 

máquina que día a día con su ruido 

hace de la fatiga una virtud.

Plantas asoladas en el baldío, flores,

y un encanto que el hielo quema

aun con el reflejo de las estrellas;

todas aquí arriba, como gritos.




La confusión es un punto que hace oscilar

la totalidad del cuarto. Un cuadro en donde 

los detalles adquieren presencia y vástagos

fantasmales. Sierpes, flores en apertura y un 

sonido de quiebre ante la incredulidad de los ojos

del animal de la calle. He aquí sus colmillos,

su baba espesa, el diamante en la explosión

del fuego; y voces en la novedad de la noche,

que dejó de ser oscura. Aquí cada maniobra

de luz es una conspiración, el manto de piedad

que nace al quebrarse, un ángel que desova.





Darse cuenta de vivir en el error puede traer 

fantasmas del pasado, una acumulación de pesadillas,

y la seguridad de haber conducido a la familia al lado oscuro

del río. No se comprende el mundo desde el silencio 

y tampoco se lo imagina sin sus cadáveres. Aquí la piel 

al calor de la arena, las disculpas y el anzuelo en busca 

de un pez que lleve la carnada hasta el fondo; y que el paisaje

se disipe como quien grita desde un puente, tierra

en movimiento por el discurrir de los insectos. Buscaba

eludir la noche y apareció el desierto, manos en la arena, huesos.




Una incertidumbre diferente cada día, 

como el extranjero que visita sitios en donde un edificio,

un lago y una autopista pueden resultar extraños; 

así la punzada de una lanza en mi costado.

Suena todo alrededor, aunque solo sea silencio o aire

en donde se medite una alternativa a las palabras, a la función

del bosque alrededor del barro. Y debajo de la parra el rayo

que quema cada hueso que da su cara al sol, a la intermitencia

de los insectos. Aquí la verdad solapada, una evidencia,

cabras que aparecen en sueños, dada la pesadez del mundo.




Un animal de deseo no puede 

abrir la noche de par en par 

sin que se fracture el mundo. 

Y no es en la ruina al día siguiente 

donde comprende su error, 

sino en los cristales rotos, 

el detalle de Dios en lo íntimo. 

Ese hielo, el punto de fluctuación.



                                                                                                                                                                                                      fotografía de Andreas Gursky




Aquí la maleza sostiene

árboles, distantes aunque cercanos 

como gacelas que atrae la mente.

En todo su esplendor el delirio

parte de un recuerdo;

y en la sangre y en el sudor brotan

pensamientos que de ser ciertos 

darían miedo. Si ustedes tan solo vieran,

pareciera que se creara de nuevo el mundo.




Bestias, sal,

un correr de agua

hacia el mar,

o la idea

refulgente de un carruaje

con sangre en el 

camino. Es que todo

lo vi, hasta el cielo, 

esa forma 

de violencia.




Mosca posada sobre un 

vaso roto y el vacío 

de la mente, una pulsión 

hacia lo perfecto e inacabado. 

Y detrás plantas, un limonero, 

reptiles del periodo Triásico, 

en una selva donde 

desperdigados los objetos 

causan esplendor, bestias 

púrpuras. Y la obsolescencia del ser, 

sus miasmas y su comprensión

de lo sensible hasta despertar 

a los gritos o en silencio. 

Abiertas las compuertas puede 

venir fría el agua y traer calma 

o escalofríos de música pagana, 

aunque el sol agriete la piel 

y el barro, y den las horas 

su mueca de víspera, su canto.




"Padece en el fondo de una cueva

lo alucinado. El sol sale y vuelve

a caer y no hay incendio, sino

la noche en un haz de estrellas,

una araña sobre la nieve que desprende

sus presas mientras avanza"

"Si en sus cálculos hubo error, es que allí  

quedaron sus muertos, moscas que van

y vuelven intactas alrededor del cielo"




Todo sol 

tocado por el frío

trae viento.

Entra en tropeles

de caballos y eriza

la piel en granos

de arena, y al tacto

da temor o placer,

como quien gime

al partir el pan,

al beber el agua.

Silencio y campanas

desde la capilla

ante los astros

y el milagro;

cada uno comprende

a Dios en sus formas.





Hubo aquí belleza y telas que envolvieron árboles 

y hombres percutidos por el frío; y dentro nuestro 

las melodías del cangrejo en su vuelta a las aguas, 

al borde mismo de los acantilados y sus rocas, voces 

que hicieron de la mente su morada, el acto de una 

intuición hecha a medida de lo alucinado. Llantos 

en ceremonias de sal, puras de tanto detenerse

contra el suelo a esperar el ocaso, su desborde.




Nos adelanta el sol hacia la furia

del verano. Y arrepentidos de no ver

más allá de los tapiales, el mundo

parece acabarse; ahora movés tu pie


y es lo sagrado ante lo profano,

un cielo de tejas rojas que amedrenta

la plenitud, un estar vivo en la quietud,

en la sala de situaciones de la vida.


La materia hecha de sombras nos oculta,

los mendigos sumergen su cuerpo bajo 

las telas de la realidad, como si de dioses

se tratara. Aquí se apoyan la vida y la muerte.




Después de (disculpas) haber dejado

la casa y la psiquis de mis seres queridos

hecha escombros y (también) polvo,

tengo el deseo de construir. Aunque

el presente sea polvo y escombros 

y el futuro un agua de río que corre

a trasmano de los campos y el ganado,

la idea en mi cabeza surge reluciente.

Porque hasta aquí llegué (disculpen)

a rastras y no de una forma al menos

elegante; hubo errores, un manicomio 

repleto de fantasmas, (hubo, señores) real-

mente calamidades y formas de morir.

Y quiero, con el fervor de quien decide

qué hacer de ahora en más, dar el salto.

(Cerca se escucha la risa de las aves). 

Porque hay un comienzo y un final y en medio 

una montaña (disculpen) de cadáveres.




¿Era la pastilla la que te ayudaba

o la que te destruía? Siglos antes

de nacer, tu voz era un animal que se oía

en el tembladeral del mundo; ahora

la estela de un cometa vista por un águila.

¿Supiste permanecer? ¿Decir adiós con la mano

y alejarte bajo las luces? El pez no se sumergía

mejor que tu cabeza ni abría la boca esperando

la lluvia. ¿Hay voces que te hablan? ¿Un ser gris

en la fachada de unos carteles de neón? 

Aquí el polvo permanece en el polvo

y la rabia ubicada en el costado donde estaba 

el corazón. Siglos después, y tan vivo que duele.




Mi tiempo se acabó. Debo buscar 

un trabajo o huir hacia los campos, 

ser un cuadro de Andrew Wyeth, 

terminar con las liebres y los pájaros.

En la ruta cruzan los camiones, 

y sobre la laguna podría vivir, si tuviera 

el valor, el reposo. No soy lo que elijo 

y ya dudo del futuro de mi bondad, 

ese rastrillo que ahora todo lo barre.




Hojas que el viento trajo 

hasta la sombra de un árbol

mueren como perlas en el fondo

de un mar iluminado.

Y el correr de la arena 

hacia la playa trae 

el color confuso de los peces;

joyas que el sol muestra

ante la aparición de las estrellas.

Mundo que no comprendo y amo.






Árbol estallado en ramas, 

aserrín abierto al sol como 

la nuez partida y repleta 

de brillos. Y esto que pienso 

en lo nocturno, estalactitas

prendidas aún del agua,

gritos al cielo, perfumes,

y el hacha, que dispone

a desaparecer el carácter,

hechos y rispidez de furia.





No alcanza el árbol a tapar el sol, mínimas

sus ramas solo giran ante el viento. Si el clima

escupe su fuego, tendrá la madera un devenir 

de astillas y el cuadro del pintor luz y movimiento. 


Lo que se percude es lo material y no la mirada,

y si los ojos fallan, lo sensible llegará a las manos;

formas de la creación o del desvelo, porque aquí

un hombre despertó y de su boca brotan algas;


y aunque intenten explicarlo con palabras será ahogo

y no risa. Nombren al árbol, su sombra de animal

extinto y a esa luz que detrás del terraplén sacude tallos.

Habrá trabajos y días y un cielo cubriéndolo todo.




Tachaduras. En el cuaderno 

de notas hubo y no palabras

como flores luego de una helada;

caen ahora y no soy el que comprende,

sino quien escribe y permanece.


 

 


viernes, 26 de septiembre de 2025

ANAHÍ MALLOL. UNOS DÍAS AFUERA, DIEGO L. GARCÍA

 









La escritura de Diego García se mueve entre la cultura masiva y la letrada: la experiencia cotidiana está permeada, formateada estéticamente y guiñada por los cánones de una industria cultural que ocupa todo el campo de lo visible y de lo decible, aun de lo imaginable: “casi a la vida igual / el color / exacto de la felicidad en la mirada / a un botón de la mano / ellos sonríen con sus trajes y sus flores automáticas / en el afiche / él pagará / e irán a casa a mirar sus años / en el tubo brillante / de un mundo perfecto / …… / “todo lo que siempre quisiste” / …… / “llena tu ojo / llena tus oídos!”, dice el primer poema con el que comienza esta antología, hecha por el mismo autor, de los seis libros de poemas publicados hasta el momento, a los que se suman inéditos.

Ante cada experiencia de la vida como ante escenas filmadas o televisadas, Diego García ejerce la fuerza de su mirada y la de su palabra. Por momentos se trata de un mundo en el que, por su proliferación, las imágenes y los discursos han dejado de ser símbolos para pasar a ser nada, se han vuelto materia del inconsciente, a la vez que materia de pura superficie sin revés.

El poeta observa y recorta, fragmentos de esa materia a-significante, y hace algo con ellos. Se trata, desde la austeridad del objetivismo de los ochenta y los noventa, desde ese tono seco y desapegado, desde la desfachatez del pop que clama por belleza y felicidad sin conflicto aparente, de construir el reverso de los cuadros de Lichtenstein, ese pintor del pop que tomaba escenas de los comics y los agrandaba hasta proporciones inverosímiles para hacerlos decir otra cosa, al mismo tiempo que exponía una maestría técnica que dejaba huella de los medios de reproducción. En esa distancia entre lenguajes se juega una distancia estética fundamental que García calibra en todo su peso: no se trata ya del realismo sino de la verdad, en tiempos en que “nada parece verdad y tampoco importa”. Pero no hay lecciones para dar: Diego García se atiene a un gesto estético que saca de lo mínimo todo su poder y expone un estado de cosas. La superposición-distancia de estos dos mundos, el de la vida y el de las pantallas, hace que se señalen mutuamente, se imbriquen, en un lenguaje trabajado en el montaje que implica al lector en un esfuerzo de descatalogación de los sentidos dados, del reparto de lo sensible constituido como lugar común, un temblor o un vaivén. En esa exigencia de lectura instala esa verdad como captura o insight, como golpe de ojo, o choque con la frase o el verso, al mismo tiempo que emancipa a su lector: no explica, señala; no denuncia, dice.

Ese es el núcleo del trabajo poético. Esa es la salida también para la poesía contemporánea, una que arma una potencia poética ahí donde la imagen y la palabra parecen estar completamente cooptadas. Lo hace por medio de un trabajo hecho con un bisturí de exactitud que arma las frases como piezas de relojería, cortando lo ya dicho en el lugar menos esperado y empalmándolo con otra cosa para que surja lo nuevo, lo que hay aún para decir.

El lenguaje es austero, mínimo, los versos cortos, y el corte opera como una pequeña señal de despertar, despertar del sueño inicuo que es la pantalla que abarca todo. Así funcionan también las pausas que marcan las barras en cortes intraversos, para multiplicar la sintaxis y complejizar las frases. Saltan entonces las chispas de sentido en el sinsentido de los discursos mediatizados como brotes de verdad en el realismo capitalista, sobre todo porque la subjetividad también está reducida a mínimo. El recato del yo se define aquí como un ojo, una capacidad de ver, que es capacidad de enunciar. Ni poesía del yo ni poesía de los objetos, ni intimidad ni realismo social, ni privacidad ni política, Diego García construye el tono justo para interpelar lo contemporáneo, para hacer poesía, para convocarnos una vez más a ser los humanos que se adueñan de unas palabras propiedad de nadie o de unas máquinas auto-replicantes, para rescatar las palabras en un mundo en el que “nada parece verdad y tampoco importa”. Lo hace con una poesía sin autocomplacencia y sin concesiones, que, con su “lengua fuera de foco”, nos pregunta “¿hay alguien ahí?”.

 

sábado, 20 de septiembre de 2025

exclusiva: CÉSAR PANZA: MAQUIAVÉLICAS

 



No es extraño que converse con Víctor Manuel Pinto, director de la histórica revista POESÍA, con la que eventualmente colaboramos. A veces hablamos sobre temas muy específicos, claro está, dándonos siempre un momento para comentar sobre otros temas, más del oficio —y con ello no me estoy refiriendo a lo del «ser poetas». Ambos coincidimos varios años dirigiendo. Él, «Poesía», y quien suscribe «Transtierros». Pero había algo que me rondaba. Si bien, días antes le había pedido una nota sobre el poeta César Panza (Valencia, Venezuela, 1987 — 2022). Mi «memoria efeméride», que es malísima, no había registrado del todo que, por estas fechas, más precisamente hoy, se cumplía un año de la partida de Panza. Aunque con César conversamos mucho —incluso una entrevista lo confirma— no nos conocimos personalmente. Aprendí a quererle, no sólo por su escritura, sino también por el testimonio de amistades que nos unían como las del propio Víctor, Regina Riveros o Diana Moncada. Dada esta circunstancia creo que, en lugar de «llorar a César» la ética de la querencia nos convida más bien a leerlo y así mantenerlo vivo, cada quien a su propio César. Para cumplir con ello les compartimos estos textos inéditos como si el propio César nos los hubiera enviado.
MM


Maquiavélicas


I

Solo el silencio solo la noche
Solo la voz de un Gardel lejano y tremulante
Solo la historia de los hombres y sus guerras
Solo su cuenta cierta y pícara
Solo su angustia y un poco de infancia
Han hecho que mi padre me hable de poesía
Las palabras se hicieron para ocultar las intenciones


II

Dónde están escritos los episodios de asedio y caza
Qué alegoría esconde el trabajo de la ambición de auxiliares
y conspiradores que urden las más severas trampas.


En la noche el miedo empuja lo mismo a la traición
que a la más desprendida y consciente lealtad
de quienes entregan su fuerza al más puro valor.
Acorrala lo oscuro al buen entendimiento, al sentido de comunes
mientras se espera lo peor en forma de prejuicios romanos.


Quién contará sobre el paso lento o la inmovilidad
de algunos cónsules y gobernadores,
del trote y sigilo de los homicidas hacia el separatismo y el chantaje,
esos obstáculos que interponen entre los amorosos y la batalla.


En algunas noches el fuego ilumina el rostro de los bufones
y mayordomos que reparten ebriedad, confusión y noticias falsas
para descuidar al músculo del arma, mientras la división plaga las carpas,
alentada por recompensas locales, prebendas o la proximidad al tráfico de los canales,
la promesa de un pequeño y lucrativo reino tan rico como despreciable.


Cómo sabrán los del frente que a veces recibirán golpes
por ambos costados, provisiones retardadas o instrucciones adulteradas.
Quién los alertará de la avaricia que juega con ellos como si fuesen una baraja


Hay noches en donde lo único que resuena es el viento silbando
en los cañones de los tribunales que sostienen esbirros sedientos
mientras respiran lento y piensan sobre esa guerra a la que no están dispuestos,
mucho más amantes de la moneda que de la tierra o al heredero del líder.


Cuál es ese canto épico que aconseja, sin la muerte de las elegías,
contra la esclavitud y el envilecimiento que significan las facturas
de esos elegantes mercenarios que mañana no se sabe así hoy protejan
la tienda donde un hombre aturdido elabora la victoria.

III

puede que no haya
puede que todas sean triunfales
heroicas y llenas de astucia
coraje
porque todos han sido
compuestos luego que el pulso y la sangre
decidan sobre los combates
la historia siempre es buena lectora
aunque a veces llegue tarde

nunca se cuenta completa
siempre le alteran finales

si se teme que no hay
vigía, ministro o consejo
que avise cuándo sobreviene la muerte
ha de ser porque no se ha conversado
sobre ella lo suficiente
o quizá porque no reparan
en la sabiduría de los bares y burdeles
como lo hizo Nicolás al anotar El Príncipe

viernes, 12 de septiembre de 2025

BACKSTAGE: CHUS PATO: «NACEMOS EXTRANJEROS FRENTE A TODOS LOS IDIOMAS».



 —No considero que la poesía sea el lenguaje de la mujer—aclara en una entrevista,  Chus Pato a Eloy Rubio Carro. La poesía es el lenguaje de los hombres, de las mujeres, de los transgéneros. ¿Cómo se va a reducir la poesía a lo femenino? Es algo que a mí no me cabe en la cabeza. La poesía es precisamente aquello que nos acerca al momento en que la especie sapiens no hablaba, cuando comienza a hablar. Pienso que la poesía es la matriz de todos los demás lenguajes, de todos los demás usos del lenguaje y cómo podría reducirlo a lo femenino, vamos estamos locos o qué.

 Chus, María Xesús Pato Díaz (Ourense, 1955), es una de las figuras más importantes  de la poesía española actual. Ha publicado, entre otros libros de poesía, A ponte das poldras (1996),  Heloísa (1998), Hordas de escritura (2008) y Secesión (2009).  Gracias a una edición de Ultramarinos -la misma que tengo en custodia- vuelvo a su obra reunida continuamente y lo que ocurre es ese diálogo que, en su momento no pudo darse —alguna vez nos programaron para cerrar juntos un festival de poesía en Cáceres. Desde dicha ocasión se inició en diálogo que, cada cierto tiempo, retomamos a orillas de la amistad. Esta entrevista apareció hace algunos años en Backstage18 entrevistas (y algunas notas) alrededor de la poesía contemporánea e incluso, fue traducida gracias a nuestra amiga Erin Moure.

 

Chus, escrituras como la tuya, que se construyen en el límite del “poema” con otro espacio “por aparecer” usualmente son vistas por la crítica como algo experimental, ¿puede existir la escritura como un ejercicio fuera de la experimentación?

 Desde mi punto de vista el límite es el propio poema, en el sentido de que es una figura, algo delimitado.

 Tal vez el otro espacio “por aparecer” sea lo que es sin límite, sin figura, sin atributos, lo ilimitado, eso que es, en el sentido de ser, pero no puede ser leído, ni escuchado por carecer de letra y de sonido articulado.

Tal vez es a “eso” a lo que trata de aproximarse el poema, sería el poema, así como una gota de sangre, algo finito que entra o trata de allegarse a lo que lo es, estaríamos ante un sublime, estaríamos tal vez ante la poesía, ante algo que vive dentro y fuera del poema, que le es previo y posterior, que precede y es después del poema, ¿ante la vida?

 Tal vez, ante la mímesis.

 Escribir un poema es siempre una experiencia, una experiencia de lenguaje, no veo cómo se puede escribir un poema sin realizar esa experiencia (trato de ser breve).

 Otra cuestión es la relación de un poema que se escribe hoy en día con las vanguardias históricas.

 Señalabas en una entrevista con Larretxea que lo contemporáneo “nunca es actual” y que ese retraso imperceptible es lo que hace posible la reflexión, y su urgencia. ¿Esto no convertiría el “poema” (lo entrecomillo) en un espacio “fuera” de lo literario?

 Tendríamos que saber qué entendemos por lo literario y es algo muy complejo. Si entendemos por Literatura todo aquello que se escribe, desde los grafitis o las cartas de los enamorados o enamoradas hasta la ciencia y la filosofía, el poema estaría dentro, si comprendemos la Literatura como un conjunto de libros que funcionan como mercancía, mi respuesta es que el poema al igual que los grafitis no estaría dentro de ese conjunto.

Escribes teniendo como lengua original el gallego, ¿consideras que este hecho biográfico ha influido en la forma con la que “miras” e “interpretas” el castellano? ¿El estar “preso” en un lenguaje no constituye una restricción o cuando escribimos axiológicamente nos convertirnos en extranjeros frente a todos los idiomas?

 No es esta una cuestión entre idiomas, entre la pareja “gallego/castellano”, el problema es político, una cuestión de política lingüística y de política en general.

 Escribir en gallego es para mí una decisión libre, el castellano no representa ningún condicionante para mi escritura, todo lo contrario, es un idioma que puedo hablar y leer, es una riqueza.

La cuestión y me repito no es el idioma castellano, es un problema político.

 Sin duda el estándar lingüístico es una cárcel, la captura de nuestra capacidad de hablar y de escribir y de comunicarnos por parte de las lenguas instrumentales nos hace esclavas/os; desde mi punto de vista un poema no lo es si no es capaz de romper esa cadena.

Creo que nacemos extranjeros frente a todos los idiomas, de hecho, nacemos sin habla, tenemos que aprender a hablar y esto es una suerte muy grande porque entre otras cosas es lo que nos permite poder hacerle frente a la axiología de los idiomas como máquinas de opresión.

 Si fuera así, ¿entonces cada “escrito” se constituiría en la fundación de un lenguaje?

 Yo no hablaría de fundación, diría que cada persona que intenta escribir poemas tiene que construir un nuevo decir, una nueva escritura, tiene que poder escribir sobre lo mismo que han escrito los que le han precedido, pero debe intentar hacerlo desde otro lenguaje, aquel que él o ella logra.

No hablaría de fundación, porque no se trata de inventar otro idioma si no de desviar, de desbridar el idioma de uso y llevarlo hacia lo que nunca se ha dicho…. Y nunca se dirá/escribirá, evidentemente, pero se escribe y se dice en el poema sin tregua.

 ¿Y esto relativizaría conceptos como el de lo “poético”?

 Creo que no, creo que esto es justamente lo poético, esa capacidad para desviar el uso y llevarlo hacia algo que celebre nuestra libertad en la lengua y en la escritura.

 Algo que comentamos siempre cuando dialogamos entre españoles y latinoamericanos es lo poco que nos leemos unos a otros, aunque esto creo ha cambiado en algo.

 Si eso os pasa a los que escribís en el mismo idioma y creo que así sucede imagina lo que pasará con los y las que escribimos en los otros idiomas del Estado español; dicho esto, algo está cambiando y ese cambio viene de la mano de los poetas y de las poetas americanos que viven en la península, tanto en España como en Portugal y también, ¡cómo no! se debe a la existencia de los flujos de comunicación electrónicos.

 ¿Alguna vez te han hecho notar que tu escritura parece estar más cerca de nosotros, los sudacas, que de los españoles?

 Por supuesto que sí, de hecho, muy a menudo me preguntan si soy española, yo contesto que soy gallega. No sólo los sudacas, también los del norte me lo dicen.

 Soy lo que soy como persona y como aspirante a poeta, entre otras cosas, gracias a mis tres abuelos emigrantes (Cuba y Argentina) siempre he pensado que escribo y soy para un nuevo mundo.


 

ahora que todos los poetas del mundo le cayeron encima

 

eso

que ese encuentro

sucedería

 

siempre que estés dispuesta a encarnarte en tus antepasadas

 

—¿evolucionará el gallego hacia una nueva lengua pidgin?

 

—¿deberíamos explorar la escritura de una poesía vernácula urbana?

 

que eso

leer a Paul Claudel

ella

no podría hacerlo

 

en absoluto

 

y los ángeles

para morir

besan mis manos

 

la eternidad no te suplicase:

beber la sangre de animales recién sacrificados

y al menos una venda para los ojos

 

pero ella había pasado toda su vida entre escorpiones

 

Lisa

verdadera emperatriz de los Comunales

 

y a los Comunales nos dirigíamos

 

A Limia es una tierra solar

A Limia es plana

tan plana como las palmas de vuestras manos

 

—¿evolucionará nuestra lengua nacional hacia un nuevo idioma pidgin?

 

—¿deberíamos explorar una nueva arte turística rural

para-turística rural?

 

—¿una novedosa poesía vernácula-urbana?

 

esa imagen que recuerdo

mi rostro en el azogue

que se imprime en el espejo

incluso en un sudario santo

y que con tanta claridad

en su ruina

distingo

así como en un tiempo anterior

nos deshicimos de la inmortalidad de los dioses por inservible

nos deshacemos hoy de la eternidad de ese rostro

contemplamos la ruina de la palabra

 

en interior de una herencia

la herencia de un tiempo anterior

en vida

 

posterior a la evanescencia

el poema testimonia la destrucción

 

y brotan en él escaras

 

escombros de la comunicación

 

«…en cualquier caso al servicio de la modificación de la realidad

y no de su descripción»

 

en la memoria de nuestra memoria poética

 

en la memoria

 

Alondra negra

 

Pájaro de anís.

 

(de Nínive)