Fotografía de Ida Gramcko. Alfredo Cortina. 1960
El jinete de la brisa
vuelve, casi sesenta años después, con la misma intensidad que lo hizo
irrepetible. Ida Gramcko desmonta los géneros como velámenes; cuentos,
artículos, ensayos, crítica teatral, ciencia ficción y vaticinios ecológicos se
abrochan en un solo artefacto verbal. La brisa creativa es una fuerza
propulsora: nos arrastra del patio caraqueño a la órbita lunar, del coloquio
doméstico al sobresalto ontológico. Cada página vibra con la simultaneidad de
lo real: “el rumor del polvo estelar mezclado al silbido del café”, escribe la
autora.
Publicado en 1967, el libro regresa en esta
segunda edición (LP5 Editora, 2025) para continuar celebrando el centenario de
Gramcko. La prosa exhibe adjetivos minerales, tecnicismos astrales, humor
criollo y latidos bombásticos. Nada termina donde parece: un párrafo
periodístico se fractura y nace un salmo, una crónica marina se enciende y
estalla en cosmología especulativa. Así escribe Ida Gramcko, jinete de todos
los vientos, convencida de que la realidad se mueve en hélice y la literatura
debe seguirla. Quien abra este libro sentirá la ráfaga: nada de soplos tibios,
sino un vendaval que despeja certidumbres. Y al cerrarlo sabrá que la brisa
—igual que la palabra— nunca regresa siendo la misma.
Gladys Mendía.
Cosmopoética
de la alteridad: entre la ópera espacial y la tecnopoética
poshumana
Publicado originalmente en
Caracas en 1967, El
jinete de la brisa de Ida Gramcko se presenta como
un volumen híbrido que combina ensayos, prosas poéticas y un apartado de
“cuentos de ciencia-ficción y fantasía”. En este último, cuatro relatos
—«Difícil despertar», «El esfuerzo, el deseo», «Una flor benevolente» y «La materia
o el fruto»— han sido señalados por la crítica como pioneros del género en
Venezuela, al desarrollar viajes astrales, imperios planetarios y biología
especulativa dentro de una prosa de acentuado aliento lírico. Este cruce entre
lo cósmico y la tradición poética venezolana abre un campo de lectura poco
explorado: la convergencia entre la poética de Gramcko y las convenciones de la
ciencia ficción.
Lejos de utilizar los recursos
del género como divertimento narrativo, Gramcko los transforma en un
laboratorio ontológico y metafísico. Este procedimiento la acerca a una
corriente minoritaria pero relevante de autoras que tensionan el canon de la
ciencia ficción —como James Tiptree Jr. (Alice B. Sheldon), Leigh Brackett,
Octavia Butler, Margaret Atwood o Nnedi Okorafor— integrando subjetividad
crítica y cuidado del lenguaje. Si bien estas escritoras despliegan mundos
interestelares, biotecnologías o escenarios distópicos, lo hacen para
interrogar la identidad, la memoria, la conciencia y el vínculo con la
alteridad. Esa misma operación encontramos en Gramcko: imperios y viajes
siderales que no buscan conquistar, sino explorar el ser.
En relación con la ópera
espacial, Gramcko emplea su andamiaje —épica interplanetaria, seres no humanos,
escenarios galácticos— pero invierte su lógica. El protagonista no es un
conquistador, sino un “viajero del logos”, y el trayecto físico se corresponde
con un viaje interior. Así, el cosmos se convierte en un texto, en un espacio
de introspección mística y metafísica. Esta inversión recuerda el modo en que
Leigh Brackett y James Tiptree Jr. emplearon el género para cuestionar sistemas
de poder y abrir grietas de ambigüedad; en Gramcko, sin embargo, el registro
poético-filosófico impregna todas las escenas estelares.
El interés de la autora por la
biología especulativa y la alteración de formas de vida se aprecia
especialmente en «Una flor benevolente» y «La materia o el fruto». Allí,
injertos de especies y mutaciones extremas difuminan la frontera entre
naturaleza y cultura. No intenta enaltecer un catálogo de logros científicos,
sino mostrarnos metáforas de una “re-escritura” del cuerpo poético, entendido
como palimpsesto en disputa entre lo biológico, lo espiritual y lo social. Si
las sagas Xenogenesis de Octavia Butler exploran la hibridez con los Oankali y Oryx and Crake de Margaret Atwood imagina una distopía biotecnológica atravesada por el
capital, Gramcko se distancia del determinismo alegórico y se orienta hacia una
epistemología de la metamorfosis que armoniza con la noción de subjetividad
nómada planteada por Rosi Braidotti.
La subjetividad que emerge en sus
relatos es consciente de su lugar no hegemónico y de su poder de traducción
entre mundos. En este sentido, se aproxima a las protagonistas de Binti de Nnedi Okorafor, capaces de habitar la frontera entre cosmovisiones y
tecnologías divergentes. El viaje sideral se convierte en espacio de crítica a
las lógicas de colonización, y la voz narrativa reterritorializa esa
experiencia en clave latinoamericana, desplazando el relato clásico de “razón”
conquistadora hacia una “razón de la brisa”: un pensamiento que se deja
atravesar tanto por lo telúrico como por lo sideral.
Los marcos teóricos poshumanistas
iluminan estas operaciones. El “cyborg” de Donna Haraway propone un mestizaje
ontológico que desactiva dualismos como naturaleza/maquinaria o humano/no
humano; los injertos y criaturas híbridas de Gramcko materializan esa
disolución. La “cosmotechnics” de Yuk Hui, que entiende cada cultura como
productora de ensamblajes particulares entre cosmos y técnica, encuentra en
estos cuentos una versión venezolana: el universo como constelación fundada por
el verbo poético. Y el sujeto poshumano-nómada de Braidotti, vinculado
éticamente a todas las formas de vida y en perpetuo movimiento, se reconoce en
la plasticidad y la migración identitaria de las figuras gramckianas.
En este entramado, El jinete de la
brisa no imagina simplemente futuros o tecnologías: propone
una “tecnodiversidad” en el sentido de Yuk Hui, articulada por el lenguaje. Sus
especies modificadas o sus artefactos no son traslados literales de avances
científicos, sino alegorías de la potencia combinatoria del castellano —capaz
de injertarse con lo desconocido sin borrar la diferencia. La ópera espacial se
reconvierte así en un arte combinatorio donde microcosmos y macrocosmos se
entrelazan, y donde la exploración de lo exterior es inseparable de la
exploración de lo íntimo.
Ya para finalizar este breve
ensayo, creo necesario resaltar que Ida Gramcko dialoga, desde mediados del
siglo XX, con debates que hoy ocupan el centro de la ciencia ficción feminista
y de la filosofía poshumana. El jinete de la brisa reescribe la ópera espacial como experiencia introspectiva, explora la
biotecnología como metáfora de plasticidad identitaria y anticipa reflexiones
sobre cyborgs, cosmotécnicas y sujetos nómadas. Su obra inserta una voz
latinoamericana singular en la conversación global sobre tecnología, identidad
y alteridad, y constituye un punto de partida invaluable para repensar, desde
el sur, la historia y las posibilidades de la ciencia ficción.
Gladys Mendía
São Paulo, mayo 2025.
Ida Gramcko (Puerto Cabello, 1924 – Caracas, 1994). Poeta, ensayista y
dramaturga venezolana. Licenciada en Filosofía por la Universidad Central de
Venezuela. Fue Profesora de Literatura en la misma UCV y en el Instituto
Pedagógico de Caracas. También se desempeñó como profesora de Filosofía en el
Centro de Arte Gráfico. Con tan solo 19 años, se convierte en la primera
reportera de periodismo policial y cronista en el diario El Nacional. Es autora
de los libros de poesía: Umbral (1942), Cámara de cristal (1943),
Contra el desnudo corazón del cielo (1944), La vara mágica (1948),
Poemas (1952), Poemas de una psicótica (1964), Lo máximo
murmura (1965), Sol y soledades (1966), Este canto rodado
(1967), Salmos (1968), Los estetas, los mendigos, los héroes
(1970), Sonetos del origen (1972), Quehaceres conocimientos y
compañías (1973), Salto Angel (1985), Los cantos a Perséfone
(1988); Treno (1993) y Obras escogidas (1988). También publicó
los libros de narrativa Juan sin miedo (1954) y la autobiografía Tonta
de capirote (1972). Publicó los libros de teatro María Lionza
(1956), La Rubiera (1956), La dama y el oso (1959) y Teatro
(1961), y los ensayos El jinete de la brisa (1967), Preciso y
continuo (1967), Magia y amor del pueblo (1970), Mitos simbólicos
(1973), Poética (1983), Historia y fabulación en “Mi delirio sobre el
Chimborazo” (1988) y el libro híbrido 0 grados norte franco (1969). Recientemente,
LP5 Editora ha publicado en tres volúmenes su poesía reunida, así como los
libros: Tonta de capirote, 0 grados norte franco, Poética, Historia y
fabulación en “Mi delirio sobre el Chimborazo”, Preciso y continuo, El
jinete de la brisa, Magia y amor del pueblo.
Obtuvo los siguientes reconocimientos: Premio de la Asociación Cultural
Interamericana (1942), Premio de Teatro del Ateneo de Caracas (1958), Premio de
Prosa “José Rafael Pocaterra” (1961), Premio Municipal de Poesía (1962), Premio
de Poesía de la Universidad del Zulia (1964) y el Premio Nacional de Literatura
(1977).