Generalmente
cuando las personas me leen se encuentran con una estructura muy sobria, un
lenguaje que me han descrito como codificado, rebosante de conceptos densos y
enmarañados. No es fácil de tragar.
Sin embargo,
mucha de mi poesía describe mis interacciones con los estímulos de la vida
cotidiana como cualquier poesía urbana, solo utiliza un lenguaje distinto, una
jerga desarrollada por un alma a la que le costaba trabajo expresarse en un
ambiente social represivo y aprendió a comunicarse con el exterior como si
fuera con círculos de maíz.
La temática y
el juego entre lo que oculto y lo que quiero dejar ver se evidencian en esta
pieza sobre simplemente la carga emocional que me produjo alguna vez balancear
mi ruleta de emociones durante una interacción social:
Dosis
Un solo
humano cuadra:
ya mis
tactos se quieren arrancar,
disimulados
en la noción del mimbre.
El solo
humano abarca
ciñe un
tornado de marfil en inyección,
le rebosan
aires olímpicos para soplar horas-por-tacto
sin que un
toque sea la olimpiada de la corteza ordinaria.
si pudiera
ser elástico
como la
vagina de moler
mi tacto
rústico
mi tumor
de tactos.
nabos
tetraédricos
tan moños
de nodriza.
rinocerontes
duros, sicodélicos son mis tactos;
el
unicornio en capa sanguínea.
nos hemos
extraviado
inmoderado,
descarrilado tacto:
Gemido de
la membrana,
ópera de
la célula,
Caballo
tacto que relincha.
Otra muestra
de piezas que son sumamente cotidianas es este poema menstrual:
Cíclico
Así, los
trabajos de mis libros El Volcán de la Matriz Electro-elástica y La
Estirpe de las Gárgolas se tratan de la travesía de una mente cósmica
y sin límites en un ambiente suburbano, coercitivo y fanático.
Al yo asumir
ese ángulo lingüístico para poder abrazar esa perspectiva sin restricciones de
filtrar la realidad a través de la cosmicidad de mi mente es que se combinan:
- El estímulo primario y la reacción
(estimulo físico/emocional/espiritual
- Los preconceptos, valores y las
nuevas epifanías
- La riqueza cromática del ruido
exterior
El ruido
exterior es en realidad el verdadero sazón de mi poesía. Ese ajinomoto que
lanza chispas al cerebro con su neurotoxicidad. Ese sabor umami impredecible
que me empapa la mente cuando logro abrir la conciencia y los sentidos a
traducir los mensajes no verbales. Dicen que cuando un artista está creando
necesariamente tiene que salirse de sí mismo y convertirse en un túnel, en un
médium. Debe desactivar la parte del cerebro que lo hace consciente de sí
mismo, para convertirse en una vasija de fluidos cósmico-orgásmicos que navega
la galaxia creativa en piloto automático.
Y tratar de
encontrarte a ti mismo en ese estado sin perder la conexión “electro-elástica”
o mejor dicho, tratar de mantener la conexión existencial al mismo tiempo que
conectas el tercer ojo creativo, es como tratar de mirarte a ti mismo volteando
la cabeza muy rápido, o como tratar de agarrar un globo con las manos llenas de
jabón, o mejor aún, como cantar el himno nacional mientras estas teniendo un
orgasmo. Es al mismo tiempo inútil (pointless) e inoportuno.
Ese espacio
sagrado, sin prejuicios, sin géneros, sin leyes físicas ni restricciones
corpóreas. Como lo describo en mi poema “Seres espirituales”:
Es en este
estado pseudo-astral en el que he podido incluso obtener profecías para mi vida
mediante mi poesía. El poema “Vinculo de monopétalos” fue escrito a mis 15 años
para describir episodios cruciales que acontecerían 10 años después:
Vínculo
de Monopétalos
Entre los trigos negros mis neuronas están esparcidas; entre jaspes de carbón, contorneadas por la granizada de labios, asidas a una pelvis de cuarzo que gotea.
Florecen
desconociendo el barro al que miman mis raíces.
Quiso que
fuese cómodo,
así que
eructé un cama de hojas de romero ortopédico.
Quiso que
fuese cálido,
así que
inyecté petróleo a mi útero y le invité a irrumpir en mi siesta como todos los
días.
La
placenta está ungida y aceitada borbotea vaporizando la sangre.
Dejé que
la carne se propagara arropando mi corazón hueco.
se sirvió
de mi candor y bebió de mis pulmones.
se adueñó
de mis huesos como escaleras
que llevan
a embriaguez miope.
Quiso que
fuese espumoso,
igualmente
embalsamé en glicerina mis espigas pero igual fueron segadas
por una
barba de clavos.
Todo fue
disecado por tu aliento herrumbroso.
Constantemente
ignoras la nube de avena bajo la cual te desvestías,
y lo
cierto es que el cereal es espeso, a veces se burla chorreando avellanas.
solo a
veces condensa besos que se aglomeran por momentos;
como la
sal sordomuda en un útero de venganza.
Y para entrar
en ese espacio el ingrediente más imprescindible, en mi humilde opinión,
es el ocio. El ocio es tan importante para mí que está presente en muchos
de mis poemas.
“El
ocio cráter”
En las tardes de este techo de acupunturas el sol adquiere tanta hambre de los hombres/ y come.
se come
las viejas en celo, come los sodios las piernas y los cuellos dejando como
unigénito al sudor;
las
caderas se vuelven en arroz de tanto esperar, hasta que solo soy el aire
lechoso de apéndices verdes e infectado.
Como
palmas estáticas los crepúsculos son canelas estáticas
Las
especias flotaron bajo el camino angosto de las nubes como lápidas de un cielo
aburrido con el piso de los aguaceros estrechos,
aguados/
atascados, estáticos.
Las tardes
flotaron con la cara enlodada, en retazos de cera cuando tropezaba el sol
¿En qué
locomotoras llegaron los versos a mis paredes patéticas? cuando la única vía
era en mi cabeza el degolladero de la demora, y en la demora no reposan rieles
ni paredes
jamás hay
paredes cuando se agota el espíritu, nunca se inventan paredes espirituales.
En los
días enteros sin tener oxígeno fuera del cántaro rumiando mis inspiraciones,
mis
ensimismamientos semi-gusarapos-semi-divinos, a veces hasta el tope de ser mera
fruta sumisa ser cuchillo y batallar estrofas de carnes y rocas que se han
abierto para dejarme satisfacer, respirar reconfortante
opio de
sílabas, inhalar la armonía de las orquídeas en la boca de las boas y calidez
que emanan entre líneas; y a veces pienso que se pierde todo el conocimiento
de las
antítesis y los debates cuando se encuentra la paz.
Por eso
cuando veo la oscuridad inmensa, no creo en la luz.
Por eso
cuando siento la desnudez sublime, los trapos alcanzan la marea, y la escoltan.
Otro poema
sobre el ocio:
“Posteridad
Ascendente”
Ya
eyaculamos en los sueños el catarro para con el manar mantenerlos crudos y
erizados.
El guante
astral nos enmaraña en su combustión espontánea, brincando el carrete de plata
del Hércules devorado, los cinco abismos de abolición peregrinando mi materia
gris.
Del
espíritu las llaves se prostituyen sin estratagema aliento es el serafín
errante: con un soplo las puertas del papiro se traducen recién nacidas en este
geométrico amanecer de las razones, conjugándose en el calambre de nuestra
intimidad espiada, en la mermelada carmesí de la conciencia colectiva; médula
va a atiborrar nuestras sangres.
integrando
asimétricas células troncales al desplazarse los microbios en las carreteras de
otro plano ultra condescendiente, mezclando el ritmo sustituido de las zanjas
del espíritu.
Para
llegar a esta fase es que desmayo estas horas rascacielas. Me maquino esta
sobredosis paranormal por deseo y vicio, a veces solo me late con chispa propia
la otra aurícula extrasensoria. Confieso su microcosmos adictivo que recicla mi
seso.
Mis sueños
son camellos de óleo perpetuo, me complace recoger del estiércol el enigma. Los
soles que cabalgan son mis letargos lícitos.
su volumen
esponjoso se dilata amortiguando mis días.
Volviendo al
éxtasis creativo, en el que tú ya no eres tú, sino que tus músculos y neuronas
están prestados para cumplir un propósito ulterior, del que tú todavía no
puedes ver el final, es en mi opinión, la adicción que compartimos todos los
humildes servidores del arte. Esta adicción funciona como una calle de
dos vías. Nos extasiamos cuando producimos y nos extasiamos cuando consumimos
un discurso que enciende tanto nuestro hemisferio derecho que sus efectos
llegan hasta la amígdala, esa que enciende la pasión.
Con esto
respondo la pregunta, ¿de dónde vengo? ¿Cuál es mi intención poética? Yo lo
defino como un culto a lo “inagarrable”. Una descripción que cómicamente
coincide con todas las religiones del mundo.
Uno de los
valores más arraigados que tengo es hacer las cosas con propósito. Por eso
quiero expresar que a veces siento que peco, al utilizar mi plataforma de una
manera egoísta. En realidad, todo lo demás que hago, a diferencia de la
poesía se trata de contribuir, de re-pagar al planeta como la optimista
irremediable que soy. Aunque sí he logrado hacer críticas sociales con algunos
de mis poemas como:
“Humanidad”
Gente:
carne que comercia carne,
-prescripción
de bistec para sedar un vacío-
o en las
avenidas de oxígenos vitrales que espolean los argumentos de las razones
decorosas.
Logia de
catetos -en antifaz-Esporas (caducifolias,
de corola
absorta en la vulva de la cirrosis)
Músculos
de fango
(en
crepúsculo debido al péndulo de licor);
Caterva de
tripas/ musgo/ sátira, filamentos de azófar y ovillo pasmado.
Gente:
hipnosis e inercia.
Yo conocí
las etnias roedoras que husmean de todas las palabras un pellejo y de los
ladrillos las sortijas de aire.
De entre
de los estuches de épocas he rociado un alma, de lemas piadosos. Yo me fusioné
con ritmo de camaleón entre la cartografía del disfraz de humano,
para
olfatear algún sebo que reaparece de las mazorcas del tiempo,
para al
final sentir que ya no existen sentimientos, tan solo ondas de dispersión con
olor (bajo) a borugas que algún día nos embestirán a mordidas, como los
terneros a las idénticas borlas en el forraje de las eras.
Para
observar cómo se arroja a los cables la pócima de limpiar sarna con sangre, y
las líneas de conexión se desintegren con su agrura, fragmentando la
electricidad a las galaxias creadas por los humos de un tabaco
que juega
a nazareno.
Anticipando
el comienzo del remate, donde será condenado el conocimiento de la sublimidad y
sublime la comprensión de la condena.
Es para
que conozcas, que intentaran preñarte groseramente de los embriones de
cualquier parábola que transmite las señales de ausencia y solo geomorfológica
distancia,
enrollando
lágrimas blanquecinas del sueño húmedo de Freud para rellenar tus corpiños
sucios, los cuartos de los mercados de tu infancia, y los huevos de tus
pisadas;
ignorando
que fecundarás ortodoxias y pies de ojos que no asistirán al Armagedón
nervioso,
y oídos
que no se enterarán del matinée apocalíptico ambulante, boca incapaz de
interrogar otra moral autista venida al mundo sin el talón de la angustia, el
resentimiento, y la matriz carroñera de miradas y frases de carne.
Aun así, la
poesía es mi hábito más egoísta, mi secreto jugoso. Mi desafío como artista es
en lo adelante poder incorporar la pasión poética-orgásmica con la pasión del
propósito ético-devocional, sin correr el riesgo de querer agarrar la vejiga
resbalosa y en el intento correr el riesgo de perder la esencia
“electro-elástica”.