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miércoles, 8 de octubre de 2025

TAMARA KAMENSZAIN. EL LIBRO DE TAMAR


MATA RATA

Al poco tiempo de conocernos, impulsados por un deseo de él de buscar nuevos horizontes (sobre todo laborales) nos habíamos ido por un año a vivir a Nueva York. Y fue ahí donde me enfrenté por primera vez con una rata. A decir verdad, era un ratón, pero mi fobia extrema a esos animales no distinguía, y me temo que sigue sin distinguir, entre un ejemplar casi de juguete y un verdadero roedor adulto. Corría 1975 y nos habían prestado un departamento destartalado en pleno Greenwich Village. Allí mi ex, en un claro acto de amor, tomó una escoba y mató al bichito –en criollo tranquilizador “la laucha”– que me tenía espantada. Mientras un mini-cadáver se estrellaba en la esquina de Mc Dougall y Bleecker, nuestra relación se fortalecía. Hacer algo para que el otro nos quiera, se me aparece, ahora que la evoco, como una intervención valiente: había que dejar de esgrimir argumentos inteligentes que fascinaran a nuestro interlocutor literario y pasar al acto esgrimiendo una escoba.

Seguramente mi ex al escribir “Tamar”, además de combinar con gracia bolsones semánticos que solo yo puedo llegar tal vez a desentrañar (en ese sentido parece tratarse más de un mensaje velado que de un poema propiamente dicho), sin ninguna duda también había evocado aquella escena de amor neoyorquino.

Lo que ya no pudo fue llevarla a cabo por segunda vez. Aunque, seguramente, como me lo muestra a todas luces esta nueva lectura que hago quince años después, hubiera querido hacerlo. ¡Si hasta dibujó la rama que en este caso sustituiría a la escoba! Y no se trata de un dibujo más, como aquellos entrañables bocetos de Eduardo Stupía que muchas veces acompañaron las ficciones que él escribía. En vez de la juvenil escoba de alquiler temporario, ahora lo que realmente se necesitaba era una rama arrancada del propio hogar. Una de las tantas que había en el patio-jardín de la casa donde habíamos convivido con nuestros hijos durante tantos años y de cuyas vicisitudes cotidianas yo había quedado a cargo. Parece ser que había que atar la rama para matar a la rata mientras en ese mismo acto se mataba una tara y se rearmaba la trama del amor. ¿Pero quién lo tenía que hacer? Por ahora creo entender que el hablante del poema “Tamar” parece estar dirigiéndose a sí mismo en un urgente imperativo donde hasta se impone, bajo signos de admiración, la tarea a todas luces imposible de arar el mar.

En fin, mientras voy descifrando el mensaje anagramático por esta vía, todo parece empezar a aclararse, pero, en aquel momento, todo era oscuridad.

Cuando él se fue, las noches se me complicaron. En la soledad de la cama matrimonial, una serie de ruidos extraños que antes nunca había percibido empezaron a emerger del techo y de las paredes como si hubieran estado desde siempre agazapados en el adn de la casa esperando esa oportunidad para hacerse presentes.
Después de varias noches en vela con el oído aguzado, diagnostiqué “ratas” usando la palabra que despertaba todos los decibeles de mi fobia. Así fue como al poco tiempo de que la separación se hubiera consumado, entré en pánico y desesperación, mientras a mis amigas les hacía gracia que me tomara tan en serio el merodeo de un animal que permanecía agazapado –más miedoso él que yo, decían ellas– en el techo. En ese sentido parece ser (me doy cuenta recién ahora) que el único que pescó algo de mi sentimiento de miedo y desamparo fue mi exmarido. Una de las pocas veces que conversamos telefónicamente en esos días por algún asunto relacionado con nuestros hijos, le comenté que en la casa había ratas. No me acuerdo qué me contestó, pero a los pocos días deslizó la hoja A4 debajo de la puerta.

ARMA TRAMA

 Lo de los roedores se solucionó relativamente rápido con una gata que me traje del Botánico y una nueva analista que interpretó todo lo que cabía interpretar hasta matar mi propia tara.

 Nunca le comenté nada a mi ex acerca de “Tamar” porque, como decía, el papel quedó olvidado en el fon do de un cajón. No sé si él esperaba alguna respuesta, tal vez no. En todo caso, ¿qué podría haberle respondido? ¿Correspondía una devolución literaria, de esas que solíamos propinarnos mutuamente cuando el otro terminaba un texto? De hecho, así había empezado nuestra relación. Cuando nos conocimos, por la mediación de amigos celestinos, yo estaba terminando de escribir mi primer libro mientras él ya era un consagrado precoz que a los 27 años portaba la cucarda de dos premios literarios importantes (el Paidós y el Monte Ávila).

Cuando le comenté que no lograba darle un orden a la suma de textos que conformarían mi libro, como arma de seducción él se ofreció rápidamente a ayudarme. Así fue como inauguramos un trabajo en colaboración que mantuvimos durante años. Antes de entregar un original a la editorial esperábamos las sugerencias del otro. Mi ex mantuvo esa costumbre incluso más allá de nuestra separación. Yo, en cambio, unos años antes  de ese acontecimiento, necesité liberarme del ojo crítico de él para entender mejor cuáles eran mis propias limitaciones y preferí que leyera mis libros después de publicados. (Según mi analista de ese entonces, liberarme de esas críticas fue un paso para liberar mis propios escritos de algunas ataduras retóricas de las que yo misma me quejaba).

Eran épocas en las que la costumbre de concurrir a un taller literario todavía no estaba naturalizada. De hecho, nuestra generación los empezó a implementar tímidamente como un medio de supervivencia, pero con la secreta convicción de que se trataba de algo un tanto espurio. Como el enemigo por entonces eran para nosotros los “temas”, los “referentes”, los “contenidos”, resultaba difícil sortearlos si uno quería a la vez trasmitir alguna enseñanza de escritura. Yo, por ejemplo, escribí en 1977 un texto en el que publicitaba mi “laboratorio de escritura” abriendo paraguas de antemano: ofrecía, usando la metáfora del laboratorio, lo que yo creía era una opción más cool, una especie de intermedio entre el grupo de estudios (formato que sí valorábamos en ese entonces) y el taller literario.

Pretendía, no sé bien de qué manera, pasar información teórica al mismo tiempo que daba a los participantes una devolución de lo que producían. Se ve que quería preservarme de tener que meter mano en esos “contenidos” comunicables que latían en el corazón de los escritos ajenos. Mi coraza era la teoría y quería parecerme más a Masotta con sus exitosos grupos de estudios que a algún escritor norteamericano enseñando en el writing program de una universidad. Por ese entonces yo llamaba con desprecio “pragmatismo norteamericano” a una práctica que con los años entendí hasta qué punto servía para interrumpir de cuajo el malsano solipsismo que suele atacar a los escritores.

 Ahora bien, como nosotros mismos no concurríamos a talleres (de hecho, tampoco los había) pero la necesidad de mostrar lo que escribíamos y recibir alguna devolución se nos imponía como a cualquier mortal, lo hacíamos dentro del círculo cerrado del grupo, sin la mediación de alguien con más experiencia y menos intereses creados. También había otra opción: transformar a la pareja en un taller literario. Eso hicimos durante años mi ex y yo con resultados disímiles.

Otros también parecen haberlo hecho. Ricardo Piglia, en sus Diarios, se queja de que Josefina Ludmer, quien por entonces era su pareja, le hubiera criticado un texto después de publicado: “Con Iris, antes de dormir, extraña sensación cuando ella me critica (cuando ya no hay arreglo) ‘El fin del viaje’. Lo peor es que tiene razón, todo relato se puede mejorar. Me afirmo, sin embargo, en el entusiasmo de Saer por el cuento, sobre el que me escribe una carta muy generosa”. Aquí Josefina –cuyo nombre completo es Iris Josefina Ludmer– aparece como Iris. Según la situación que narre, Piglia juega con esa duplicidad aludiendo a “Josefina L.” como alguien que es parte del mundillo literario, o a “Iris” cuando se refiere a la intimidad de la pareja.



Entre esos dos personajes de la ficción autobiográfica, es Iris quien critica, “cuando ya no hay arreglo”, dejando en su interlocutor “una extraña sensación” que lo lleva a ampararse en el afecto y la generosidad del amigo.

 En la vereda opuesta Ted Hughes, en Birthday Letters, libro de poemas enteramente referido a su relación amorosa con Sylvia Plath, narra cómo criticó, en una revista universitaria, un poema de Plath antes de conocerla, con el fin secreto de seducirla: “más para alcanzarte/ que para reprocharte, más para establecer contacto/ a través de la ajetreada astronomía/ del balancín de los estudios superiores/ o la socialización, a un nivel más bajo, que para corregirte/ con nuestros arcaicos principios preparamos/ un ataque, una mutilación, riéndonos”. Es posible que, como Hughes, también Iris haya querido, a su manera, poner a funcionar una maquinaria crítica como arma de seducción. En este caso esa maquinaria –que Ricardo Piglia siempre admiró tanto– le pertenecía a Josefina L. Sin embargo, parece ser que por fuera de la literatura, en la intimidad de la pareja que él invoca en sus Diarios, Piglia necesitaba contar, para armar la trama del amor, más con la dama del nombre secreto que con la escritora del nombre público.

 De todos modos, ya sea con Iris o con Josefina, ya sea con Tamara o con Tamar, hacer del tallerismo en pareja una instancia del amor no es tarea sencilla. “Ya no hay arreglo”, afirma Piglia casi como diciendo, lacanianamente, que “no hay relación sexual”. Porque una absoluta empatía con el texto que escribe nuestro partenaire supondría escribirlo nosotros y eso parece imposible: un desfasaje temporal nos separa siempre de lo que quisiéramos que coincida. O el texto ya estaba publicado cuando la pareja todavía no se había constituido (como en el caso Plath-Hughes) o el texto se publicó cuando la pareja se estaba consolidando (como en el caso Ludmer-Piglia) o, como en mi caso, un libro no publicado, pero sí terminado se volvió publicable gracias a la gestión de quien en realidad lo que buscaba era candidatearse para el amor.

 Sea como sea, nunca la relación tallerismo-amor aparece como simétrica o, como pide Piglia –que sí encuentra esa cualidad en el amigo–, absolutamente generosa. En este sentido, cabría preguntarse qué es lo que esperamos, en el tiempo presente de la relación, que el otro escriba si lo comparamos con lo que escribimos nosotros. ¿Queremos que se parezca a lo nuestro para así quedarnos tranquilos de que vamos por la senda correcta? ¿O preferimos que se diferencie radicalmente para que no interfiera con nuestros proyectos personales? Mi experiencia me demuestra que, a pesar de las buenas intenciones, parece imposible que no se cuelen inestabilidades momentáneas de todo tipo y, sobre todo, ese malsano intento de querer leer entre líneas para comprobar si el texto del otro dice algo sobre nosotros.

Se me dirá que algo similar estoy buscando yo ahora en “Tamar”. Sin embargo, acá la situación parece revertirse. Por primera vez un texto de mi ex, aun estando dedicado a Marta Marat, está realmente dedicado a mí. La dedicatoria “a Tamara Kamenszain” en el libro Cavernícolas es una marca más en la historia literaria de ese libro que les pertenece por entero a sus lectores. En cambio “Tamar” viene cerrado con una contraseña de cinco letras que solo yo conozco. En ese sentido, estaríamos ante un texto que no pide ser leído en los tiempos reales de un taller matrimonial. No cabe duda de que cuando él deslizó la hoja A4 debajo de mi puerta no pretendía recibir de mí una devolución literaria. De hecho, nunca sabré qué pretendía realmente porque ninguno de los dos sacó jamás el tema. Ahora, pasados tantos años y con la mediación de su muerte, una temporalidad póstuma me encuentra en la necesidad de digitar la contraseña y abrir ese inédito, porque si “Tamar” era para mí, tengo que ser yo quien lo publique sin que él se entere.

Cuando nosotros nos leíamos mutuamente, solíamos propinarnos críticas del tipo “esto tiene buen ritmo” o “acá repetís palabras” o “esto suena muy borgeano”, haciéndonos siempre los desinteresados respecto de los secretos escondidos detrás de la trama del texto, esos en los que habita la otra trama: la del amor. Ahora estoy ante una experiencia opuesta. Me estoy esforzando por entrar en los secretos (¿“bolsones semánticos”?) que hicieron de nosotros no solo una pareja de escritores sino, sobre todo, una pareja como cualquier otra. A ver si, pensándolo de esa manera, me resulta más fácil desclasificar este archivo y abrirlo al público

 

En: El libro de Tamar
ETERNA CADENCIA, mayo, 2018

DANIEL BENCOMO. Y SÓLO TENGO UN PAR DE HUESOS PARA INDICAR LA HORA DEL DÍA

 

                                                                                                                                    Debdatta Chakraborty 


ASÍ COMO LO ESPERO


Este poema es leído en un bosque.


Leído por un cuerpo en voz alta

que se consume a un ritmo distinto 

del que devora a este bosque


y que en este momento

ignora cuál de los dos será arrasado primero.


Leído mientras se marcha 

a una velocidad de 6 o 7 km por hora 

que en nada equipara a la velocidad 

en múltiples direcciones 

de la elaboración artesanal de dióxido de carbono.


Abro una primera pausa auditiva

para que puedas oír las redes 

tóxicas o benignas

de aves y de bacterias 

que se propagan por el terreno:


[---]


Este aliento se abre paso, por un mínimo instante

entre millones de microruidos

que forman el álbum del bosque

desde el amanecer hasta el pequeño infinito que colma

cada molécula de noche en cada célula de noche.


Según estudios recientes

el 75 por ciento de los árboles de este bosque

mantiene una enfermedad o padecimiento


quiere decir que elabora una armonía

anómala del ritmo al que aspiraron

los ecos anulares de su experiencia.


Esta voz se abre paso por un mínimo instante

en una pesadilla colectiva

que toma la forma retórica 

y cada vez más concreta de un incendio.


Una segunda pausa auditiva es cortesía

de aquel distante pájaro abubilla

absorto en su labor de caza o reproductiva:


[---] 


El ritmo biofísico de los árboles

el ritmo biofísico de las palabras

entreverándose en el verano

en una versión que no sabe 

si volverá a ser editada en el mismo formato


Quiere decir que a pesar de todo y con todo

no cesan los árboles de reparar el oxígeno

no cesa la poesía en su propósito 

de reciclar esa atmósfera enrarecida

de la lengua del mundo


el bosque, los árboles 

y quien camina no pueden verse

porque están inmersos uno en otro


volviéndose cristalinos

en el porcentaje respectivo del agua

que conforma sus cuerpos

mis cuerpos de agua

los cuerpos astrales del agua

reflejándose en tu cuerpo


propongo una ventana auditiva

para que puedas oír el tejido

subterráneo del bosque

mezclado con mi latido

en un umbral entre el ozono y la guerra

por los siguientes segundos:


[---]


camino entre los árboles que esperan

un gesto del mundo que haga justicia a sus cuerpos

como lo espero para mi cuerpo

como lo espero para tu cuerpo.


                                                                                                                                                         Debdatta Chakraborty 

MINING: ES TAN EXTENSO EL MOMENTO Y SÓLO TENGO UN PAR DE HUESOS PARA INDICAR LA HORA DEL DÍA


La data pura, la nata de la materia,

la data cruda, intenta no formar otro reflejo.


No viene mundano de minar en ella pero va hacia allá, es tierra y metales,

materia que desprende con fulgor de los cuerpos. Las máquinas germinan cada día, 

su terrario es el cuerpo


mediado en otras máquinas, flores noctámbulas en otros cuerpos, su olor la condición de imposible


emitido


como un eco en la llanura desierta o el cristal encendido que sigue un murciélago

antes de morder en nuestro oído aquella serenata de una nave de producción al cien automatizada.


No tengo imágenes, pero puedo mostrar las palmas de mis manos, su forma de hacer cuenco y vacío. Cómo se escurre de ellas data pura, nata de materia, desde el óleo de la palma, del pulso de los dedos, de su forma de sopesar tan errada. 


En una nube postmigrante habito en otra red de nervios áureos. En su enjambre de krill extensísimo enhebro ritmo y resonancia. No nos conocemos, pero no nos ignoramos al girar por precaución o estrategia, porque siempre se puede ser más prescindible.


Compartimos umbrales de experiencia: brillan poco, son rituales de cuidado básicos, rituales epigenéticos, una lingua leve y franca donde se alojan los nichos en que se germina o engendra. 


Podría pulir un par de dientes, menhires de calcio de algún centro de reciclaje, podríamos mover pequeñas piedras sin hacerlas data pura, recolectar la música de mieles minerales y dejarla perderse en la memoria, tomarnos de la mano, racionar su radiación para nosotros.

EXHAUSTED


Se dice yo como se dice yoyo, como el reverso de un mantra: en ello se abre la horma de un nodo conectivo. En el hueco se muestran terminales, módulos y modos, algunos hongos y bacterias que se extienden liso, muscular, elaboran en residuos energéticos, fósiles de agua o música basales. Emito contigo: exhalo sustancias que atraviesan membranas, fronteras, el cielo amniótico de un sueño colectivo, filtros políticos para dar con un supuesto siempre destino. Se dice yo como se dice yoyo y en ello, mi línea del tiempo es la línea de un nombre simulando un espacio, atravesado por medios que no le son del todo indistintos. Más allá de eso es posible que exista, pero rara vez lo investigo. La línea de mi cuerpo es la línea en que tu cuerpo, el mío y el de miles de millones se hacen uno indistinto en la constancia del sueño, en el aire depredado, en el holograma neón del consumo. La línea de un tiempo distinto es la línea de combate, el eco resistente de millones de especies, colectivos que hoy ofrendan su última, penúltima, trasúltima batalla. Eso es mucho más nuestro lenguaje, pero es ahí donde me vuelvo a enamorar de las líneas de tu mano, justo ahí caen mis ojos en el turquesa glaciar de tus ojos, música de hongos y bacterias, módulos y modos desplegados, cuánto se extingue en lo que aspiro a viralizarme, cuando vuelvo de todos para exhalar otro yo.



YOU ARE NOT WORKING ON IT / IT IS WORKING ON YOU

 

(El texto en inglés es una traducción automática, hecha en julio de 2022 con la aplicación DeepL, de un original en español. Pensada entonces para sondear el estado de la traducción automática en torno al lenguaje poético, sirve ahora apenas como testimonio de un momento previo de un nuevo estado de reificación del lenguaje, el que propicia la IA generativa a través de su uso masivo. En su estado actual no es un poema; se le puede leer/ver como marco/matriz coloidal del poema en español o como una voz colectiva/hipermediada que representa un diálogo con el poema a la izquierda.).

 

 

A sober language:

this is the lingua franca

says the automatic translator

that speaks here for us

that is to say it is spoken by legions

of captured words

legions of seduced people

translated into lingua franca

we are making sense, its sense

 

 

 en la memoria el animal mutante

que cruza la barrera de gases lacrimógenos

y rompe la barrera de la lingua franca

en una u otra dirección

para llevar geodas de voz o de conflicto

 

 

you say it legions of you of me of them or us

the lingua franca is not a safer place

the lingua franca has expanded

through that space

through the idea that you have of the body you have

 

a space where we can feel the freiheit                                               [Freiheit]

the freedom of flexible labor relations

 

a space surrounded

by the values that we fight against

and at the same time defend

 

en su ir y venir

 

los murciélagos cruzan geometrías de la noche

desde el radar en el eco hasta el radar en el sueño

 

ahí hay detritos, microlitos

de otra lengua posible

 

 

the lingua franca is monotheistic

like the flora in which you fly

where your values cross-pollinate

with the values of the market

 

 

en tus ojos, en mis ojos,

los circuitos de ipad los circuitos de afecto

 

las tardes colapsando en un rojo volcánico

en medio de basura digital de otras generaciones

 

 

the lingua franca has a turbine

driven by a tissue of bodies

of every color

by fossil fuel of all species

that melt

of all spices

distilling a smell of deep exhaustion

 

there is no notion of rhythms in the lingua franca

cause this is not about the iambs and trochees

and we are not talking about English

not at all

 

 

en los baldíos detrás de la industria del auto

en la ruina detrás de la industria armamentista

 

hay monolitos, piezas dentales, cantos

de alimento y medicina primigenios

 

 

it is a place but not a place

where your multiple genders and your multiple thoughts

where your multiple colors

disappear

and your voice

it’s not your voice

it’s a voice that disappears

in the vertigo of a centrifugal force

the flame and heart of our machine translators

are turning everything

into the purest form of white

 

 

colores de un ritmo que ignoramos

y da cuenta de un balance distinto

de animal y de humano

distinto al blanco más puro

 

distinto en tus ojos en mis ojos microlitos

 

 

The purest form of white

has less and less to do with the color of skin.

But more and more to do with the color of markets

with the color of war

 

 

en los ojos y en los labios microlitos

hay un mapa y hay fuego para sentirnos seguros

 

 

The purest form of white is creating

safer places

places of freedom for a handful of people

at the cost of millions left behind

frozen in the desert

dead in the water

dead at work in water fabrics

or even self-bottled as commodities

 

 

más allá del más puro blanco

como esa noche en que entendimos

la radiación impura de nosotros por nosotros

que escapa a los sistemas de vigilancia

en el medio complejo que llamamos tiempo

 

 

and we are pushed to buy ourselves

to live in deeper ghettos

no language of kunst no language of art                               [Kunst]

at disposition

 

 

that’s making sense: the sense of lingua franca

 

 

tu corazón es mi barrio más cierto

donde sabe la risa a cardamomo y a hierro

 

 

you are not working in the lingua franca

but

the lingua franca is working on you

 

and it’s coming from the spectral voices

of thousands of millions of humans

through which you have to pass

to leave a message from the depths of your desire

but you never actually get to deliver it

no matter how hard you push with your elbows

 

 

o si escuchas el ruido

del ghetto primero que es tu cuerpo

del ghetto distinto al blanco más puro

resonando

en la música de todo otro cuerpo 

 

 

the limits of the lingua franca

are the outside, drone-watched

borders of our world

which is not available for darker refugees

for climate refugees

for war refugees

for word refugees

for world refugees

for people who are escaping

every day getting erased

every day by our lingua franca

which is clearly not the English language

 

 

ahí, deslavado en el agua que abandona

el glaciar de ti mismo

está un pulmón que irradia, exhala otros lenguajes

detritos

fulgores de medusa en el agua común de los cuerpos

 

cómo hablar de libertad sin una idea de libertad

cómo escapar al traductor automático

o cómo hablar de libertad sin convertirnos en plaga

 

 

the lingua franca

it is voice, a yeti of voices with huge carbon footprints

which are pointing to someplace called its future

but it has no future as articulation

and

it’s still all the time promising us a future

 

 

tardígrados, un futuro, hongos, un futuro

 reino invisible un futuro que cae en la voz

y se vuelve entropía

una vez y otra vez que cerramos los ojos

 

 

the forms of protest in the lingua franca

about the lingua franca

are not a safe place anymore

 

maybe is not the lingua franca

maybe this is not our lingua franca

 

 

 

 intento hilarme en otro contigo otro conmigo en cualquier otra lengua

cualquier otra miríada de lo vivo

que entreteje en su expresión

cualquier eco posible

 

mas moldeable:

pues siempre hay otra lluvia en otra lingua franca

 

 

because we are not in charge

of their rhythms of closure and openness

we are permitted to see

through their Sprachgitter                                                     [Sprachgitter]

for the minimal lapse of a few nanoseconds

 

 

Sprachgitter

rejas de lenguaje son las rejas lo salvaje

son las

 manos vivas de otra lengua

que por un milisegundo

atraviesan las rejas

 

 

nature is translated

in impossible equations

we are nature of course

but we are not a better nature

 

 

porque ese micelio

que se expresa en nosotros

al negar el nosotros

al fundir un nosotros

 

 

it aint easy to define the outside and the inside

and it is hard to find the exit

 

it’s expressing by itself in us

by ejecting us from us                                              

 

 

 

La forma en que hablaremos de nosotros

                                                                                   el eco renovándose en nosotros

 

 

death is not the external side of capital

death is just the sound mixer of their roars

that’s spinning out in a narcotic loop

 

the noise that comes out of the marrows

and creak under the weight of

new forms of colonial dominance

 

we are making sense its sense

 

 

otro sentido, un sentir

lo posible

en esta lava que mentamos cuerpo

en esa lava que llamamos

 

lava viva en la que se desplaza el cuerpo

vivo, contigo, microlitos, conmigo  

 

 

 






CARLOS BUENO VERA. DE UNA SERPIENTE CRUZA UN SENDERO

 


foto: isabel muñoz




notas para un poema sobre la infancia

 

 

te giras en un gesto inmortal dentro de la cama y quedas dormido

 

 

 

 

 

el vértigo es como un jardín y camina, en el jardín seco, la niñez seria y deslumbrada

se entretiene con lo que encuentra, cuando las manos nuevas se parecen sospechosamente al fulgor, cuando engaña el asombro

 

a cierta distancia, la armonía de la casa depende de las habitaciones cerradas, de lo dado por supuesto, de las risas rumorosas tras las pisadas y los juegos de trocar palabras

se cuenta allí que para la escritura de cualquier ley relativa a la infancia se exigirá la entrega del cuchillo de plata, el único instrumento capaz de pelar la manzana de oro

simplificado, el jardín es como un vértigo que es la niñez

 

 

 

 

 

viene y va de lo invisible y apenas acaba de expulsarse, sale del revés, como todo lo mágico y lo insospechado

aspira a los peligros de la inmortalidad y su constitución frágil desabrocha lo eterno. Cuando deje de ser niño, se volverá mortal

pero mientras tanto se oyen pájaros entre los movimientos de las tormentas fértiles

y él sabe que la vida ocurre dentro de ellas, reventada de canciones

 

 

 

 

 

cuando la infancia termine, aprenderás a quedarte despierto: eso será un nuevo regalo

 

 

 

    

 

 

 

 

meditación para un poema sobre la adolescencia

 

 

algo público se vuelve ante los ojos privado, toman contundencia los contornos del sueño, decidimos anticiparnos a la nitidez nostálgica de los deseos y, por vez primera, pedimos la verdura pesada

 

 

 

    

 

 

 

sobre la melancolía de los ladrones: anotación desmembrada

 

 

hablan entre ellos y se dicen, glotones y al oído, que en todas las cosas hay blandura, regalo; que ya desfilaron erguidas las mejillas de los vendedores ambulantes por entre las calles llenas; que gracias a las flores, las de los jarrones en los puestos, esas tan prietas, que acabarán detenidas en cabellos, raíces y camas, aparecían pletóricas las avenidas; y que somos nosotros y no ellos, los que marchamos engañados, entre un nuevo estruendo y una simpleza irrevocable, viendo llorar

 

 

 

 

    

 

 

                                                                                                                       foto de isabel muñoz

 

sobre lo que aprenden los exploradores: especulaciones alegóricas de un urbanita

 

la escritura de la selva vendrá después, una vez que el misterio de su corazón quede vaciado

los relatos en los diarios volverán a las penosas dificultades y hallazgos simples

a misioneros devorados por jaguares, a los restos de tribus, desaparecidas a manos de los misioneros que sobrevivieron, y a pieles de jaguares, cazados y desollados, como recuerdo de la pérdida que guardaba, el secreto de su lento misterio

se realizarán, de las especies amarillas de pájaros, flores y plantas observadas, algunos dibujos minuciosos que no dejarán de parecer probaturas alejadas de lo que eran

incluso fotografías y películas recogerán porciones que, desmembradas del todo, no significan nada, apenas un mensaje triste y obtuso

y al final lo único que los exploradores podrán atestiguar es que el amante del registro destruye aquello que registra al alejar del mundo lo que estudia

quedará una clasificación, sus tablas, el rigor

y aquellos que inspeccionaron la enorme selva, brutal y banal

aquellos que la observan ya no sólo como sólo selva pasmosa

se verán estupefactos cuando suceda esa primera destrucción, perplejos por todo lo que fueron capaces

y descubrirán, plenos de asombro

el mismo que sintieron al cruzarla, como un relámpago que recorría su cuerpo y mezcló amor y deseo

que todo amante es enemigo de lo que ama

 

 

 

    

 

un último esbozo, de nuevo con la metáfora manoseada del pájaro, para un poema sobre la vejez y sobre el poema, extraído de un diario

 

 

mira qué ligero es el vuelo de ese pájaro, dice el abuelo, tumbado. No es ligero el vuelo, sino sus alas, lo que permite el vuelo, piensa la abuela, sentada. No son ligeros sus alas ni su vuelo, sino sus plumas, piensa ahora el abuelo, adivinando el pensamiento de la abuela al mirar sus manos entrelazadas. Sí, qué ligero es el pájaro, dice la abuela levantándose con agilidad, tras desentumecer sus manos, hábiles y temblorosas, para salir de la habitación… Esto ¿qué significa? ¿Significa algo? Un recuerdo circula por el espíritu. El vuelo de un pájaro como esa moneda que se lanza para verla girar en el aire, echarlo a suertes, augurar lo que vendrá: que esté de acuerdo contigo no quiere decir que no me oponga a ti

 

    

sobre la muerte

 

te escribo desde la oscuridad de mi habitación, contestando inmediatamente al mensaje que me mandas; hago esperar al mensajero en la puerta

 

hace tiempo un hombre que era como yo vino a verme para pedirme ayuda. Dijo que necesitaba saber cómo había sobrevivido a la gran cacería. Recuerdo que traía un paquete de carne bajo el brazo. Estaba fuera de sí. Le dije lo que sabía. Eso es todo

 

se dejó aquí una chaqueta. Se la doy al mensajero para que te la entregue y que tú se la des. O mejor, dile que está aquí, que puede venir él a por ella