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sábado, 20 de septiembre de 2025

teaser: UN FUEGO COMO EL MAR. VALESE


foto de alex prager

Un fuego como el mar son 5 años de poemas sueltos, a veces perdidos entre cuadernos y miles de hojas escondidas en mi habitación que, en El Laboratorio, se transformaron en libro. 

Hablo de una verdadera transformación porque no se trata de una lista de poemas: trabajé a conciencia en una estructura coherente que más de una vez necesitó de textos nuevos que fungen de lazos. 

A veces, estos se transforman en máquinas del tiempo que me trasladan a ciertos rincones de mi memoria aquí retratados, como fotos, páginas de diario y confesiones varias de la vida cotidiana. 

En principio se trata de textos de amor, desamor y los delirios que degeneran el camino en un entorno conservador.
Hay crisis romántica, pero también social y política, que empujan por ser escritas ante el miedo al olvido.

La nostalgia es el precio de los buenos momentos.

Valese


En el colegio nos miraban miedosos

No se podían defender de nosotras

Mi dispiace, dicevano

“No se acerquen mucho”

“No entren al baño juntas”

“No le digan a nadie”


Tuvieron miedo de nuestra imagen:

De que nos besemos en la calle

Con el uniforme puesto.

Su horror lo convirtió en una cárcel de sentimientos,

una masacre de sensibilidad,

una ventana negra en nuestro

salón de fotografía cerrado con llave;

un baño en el cuarto piso los miércoles

a las seis de la mañana

donde tuvimos sexo.


Nosotras violamos el colegio

Pero no más de lo que nos violó a nosotras.


Odié a los psicólogos

A los auxiliares

A los profesores.

Ojalá me vean en la ciudad de la mano de mi novia

Y se den cuenta de que no pudieron doblegarnos.

Ojalá me juzguen, ojalá se sulfuren

Sabiendo que nosotras nos ganamos la una a la otra

                                         Y ellos solo tuvieron miedo





¿Por qué no terminas de escribir la tesis?

Una respuesta a la infame pregunta de mi asesor.

Es difícil saber cuándo el poema está terminado, o cuándo ya hiciste suficientes entrevistas en tu trabajo de campo. A veces, no se puede advertir la pincelada final.

Aquel beso en la estación de la línea azul del metro, ¿habrá sido el último?

Quisiera recordar la vez en que mi padre me regresó al piso después de cargarme, y nunca más me volvió a levantar.

Tipograficamente decir que es un correo




Las aguas de mis mares

son plateadas

a las cinco de la tarde,

son de plata fundida

reflejada por el sol

antes de su despedida

el cielo es morado

fucsia

rosado

rojo

amarillo

naranja

la isla es inmensa

monumental

poderosa

intocable,

e intangible por ley.

Yo soy pequeña

yo soy un niño triste,

soy una taza sin café,

un corazón de pájaro

sin alas

solo a veces,

cuando te miro,

también me siento

cielo

isla

mar



Ni el Estado-nación

Ni las arenas

o los profetas del odio

Ni el estudio

del imaginario social

o colectivo

Ni la dependencia

del camino

o la teoría de juegos

o la herencia colonial

o la reforma fallida

trunca

pisoteada

de cada década

terminan de explicarme

este dolor

emulsionado desde sentires

inconjugables

y compartido

solo en el paro

y en la movilización

Ni las arenas

o los profetas del odio

Ni el estudio

del imaginario social

o colectivo

Ni la dependencia

del camino

o la teoría de juegos

o la herencia colonial

o la reforma fallida

trunca

pisoteada

de cada década

terminan de explicarme

este dolor

emulsionado desde sentires

inconjugables

y compartido

solo en el paro

y en la movilización

exclusiva: CÉSAR PANZA: MAQUIAVÉLICAS

 



No es extraño que converse con Víctor Manuel Pinto, director de la histórica revista POESÍA, con la que eventualmente colaboramos. A veces hablamos sobre temas muy específicos, claro está, dándonos siempre un momento para comentar sobre otros temas, más del oficio —y con ello no me estoy refiriendo a lo del «ser poetas». Ambos coincidimos varios años dirigiendo. Él, «Poesía», y quien suscribe «Transtierros». Pero había algo que me rondaba. Si bien, días antes le había pedido una nota sobre el poeta César Panza (Valencia, Venezuela, 1987 — 2022). Mi «memoria efeméride», que es malísima, no había registrado del todo que, por estas fechas, más precisamente hoy, se cumplía un año de la partida de Panza. Aunque con César conversamos mucho —incluso una entrevista lo confirma— no nos conocimos personalmente. Aprendí a quererle, no sólo por su escritura, sino también por el testimonio de amistades que nos unían como las del propio Víctor, Regina Riveros o Diana Moncada. Dada esta circunstancia creo que, en lugar de «llorar a César» la ética de la querencia nos convida más bien a leerlo y así mantenerlo vivo, cada quien a su propio César. Para cumplir con ello les compartimos estos textos inéditos como si el propio César nos los hubiera enviado.
MM


Maquiavélicas


I

Solo el silencio solo la noche
Solo la voz de un Gardel lejano y tremulante
Solo la historia de los hombres y sus guerras
Solo su cuenta cierta y pícara
Solo su angustia y un poco de infancia
Han hecho que mi padre me hable de poesía
Las palabras se hicieron para ocultar las intenciones


II

Dónde están escritos los episodios de asedio y caza
Qué alegoría esconde el trabajo de la ambición de auxiliares
y conspiradores que urden las más severas trampas.


En la noche el miedo empuja lo mismo a la traición
que a la más desprendida y consciente lealtad
de quienes entregan su fuerza al más puro valor.
Acorrala lo oscuro al buen entendimiento, al sentido de comunes
mientras se espera lo peor en forma de prejuicios romanos.


Quién contará sobre el paso lento o la inmovilidad
de algunos cónsules y gobernadores,
del trote y sigilo de los homicidas hacia el separatismo y el chantaje,
esos obstáculos que interponen entre los amorosos y la batalla.


En algunas noches el fuego ilumina el rostro de los bufones
y mayordomos que reparten ebriedad, confusión y noticias falsas
para descuidar al músculo del arma, mientras la división plaga las carpas,
alentada por recompensas locales, prebendas o la proximidad al tráfico de los canales,
la promesa de un pequeño y lucrativo reino tan rico como despreciable.


Cómo sabrán los del frente que a veces recibirán golpes
por ambos costados, provisiones retardadas o instrucciones adulteradas.
Quién los alertará de la avaricia que juega con ellos como si fuesen una baraja


Hay noches en donde lo único que resuena es el viento silbando
en los cañones de los tribunales que sostienen esbirros sedientos
mientras respiran lento y piensan sobre esa guerra a la que no están dispuestos,
mucho más amantes de la moneda que de la tierra o al heredero del líder.


Cuál es ese canto épico que aconseja, sin la muerte de las elegías,
contra la esclavitud y el envilecimiento que significan las facturas
de esos elegantes mercenarios que mañana no se sabe así hoy protejan
la tienda donde un hombre aturdido elabora la victoria.

III

puede que no haya
puede que todas sean triunfales
heroicas y llenas de astucia
coraje
porque todos han sido
compuestos luego que el pulso y la sangre
decidan sobre los combates
la historia siempre es buena lectora
aunque a veces llegue tarde

nunca se cuenta completa
siempre le alteran finales

si se teme que no hay
vigía, ministro o consejo
que avise cuándo sobreviene la muerte
ha de ser porque no se ha conversado
sobre ella lo suficiente
o quizá porque no reparan
en la sabiduría de los bares y burdeles
como lo hizo Nicolás al anotar El Príncipe