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lunes, 6 de octubre de 2025

FLIP: ÁNGEL ORTUÑO &EUNICE ADORNO

 


Quienes conocen la historia de este blog, amén de pintar  algunas canas, sabrán que la «parte operativa» del mismo, amén de quien les habla, estaba a cargo de Jorge Posada, Ana Claudia Díaz, las «críticas» (¿cómo las llamo?) de Diego L. García y los brillantes chispazos aportados en cada luna llena por Luis Eduardo García. Pero detrás de esa «oficina» que funcionó puntual y diligente cruzando el umbral de un trampantojo había otra, igual de imaginaria. En ella nos reuníamos —sin horario y, al menos tres veces por semana, con Ángel Ortuño —el aroma de su ausencia arreció con mayor intensidad en estos días, razón de ser de este post— y, siempre que le era posible, también con Luis Alberto Arellano. Una triada a la que, seguramente, las fuerzas wokes habrían empalado por su analfabetismo congénito frente a todo lo que concernía a  la «corrección política». 

Con Ángel conversábamos sobre sobre algún autor que alguno de los dos había descubierto y esa conversación, cómplice y fraterna desde la “primera letra”, era capaz de conjugar la crítica más ácida (e impublicable) con una especie de lirismo automático –muchas de esas conversaciones Ángel  las transformó en “poemitas” de la forma más descarada.  Yo aún no puedo separar a Ortuño, aquel del “Caballito cerrero”, del poeta. 

Ángel (permíteme decir ES) uno de los pocos seres humanos donde no mediaba el «poeta», ese oscuro personaje. A raíz de su partida, su última broma, muy poco afortunada, escribí un post comentando que a los amigos debíamos homenajearlos en vida. Con él pude hacerlo. Como se lo dije cuando estuvimos juntos en Guadalajara: «vine a presentar el libro, pero, también, y sobre todo, a darte un abrazo». Obviamente Ángel no supo cómo reaccionar. O no quiso hacerlo, los afectos no iban bien con su señorial iconoclastia. 

Si Ángel leyera lo que estoy escribiendo inmediatamente me haría perder el hilo del discurso arguyendo algo así como: “cabrón, si quieres conversar no te olvides de la ouija”. 

Cuando, en los últimos tiempos, me quejaba con él por el confinamiento y ese estar encerrados, sólo comentó: “La ventaja de mi habitual desorientación (sin mencionar mi innata propensión al dolce far niente) es que yo siento como si sólo hubiera sido un sábado algo largo”. Una vez que emprendí decidido el retorno de Transtierros, después de conversarlo con Ana Claudia, y aún me pasa, sentí, siento aún, que falta algo: las risas compartidas con Ángel cada semana, leer los nombres de Flor, Ximena y Lucía del Carmen, o comentar sobre alguna de las películas que a él tanto fascinaban y que a mí me parecían atroces.

Si Transtierros está otra vez aquí, también está Ángel. Y por ello, pese a mi confesa ignorancia en el arte de la ouija, es que me decidí a convocarlo publicando estos «poemitas» en los que, de una extraña manera, estamos también presentes, todos quienes le quisimos.
MAURIZIO MEDO

 

 


RADIO REDENCIÓN

 A veces

 cometemos errores y alguien muere

 ¿A eso

 le llamas

 lastimar? La pequeña

 niñita que perdió sus corderos podría hacerlo mejor.

 ¿Es acaso

 correcto que nadie abra la boca

 y no te atrevas

 a comer más azúcar porque así se construyen las casas

de las brujas

 o se cortan

 trajes de emperadores cuando no entiendes nada?

 Tendrías que estar aullando pero la cantidad

 de veneno

 resultó insuficiente

 además

 era cianuro y siempre pesa

 el recuerdo de los campos de exterminio.

 

¿Te parece bonito? Su venta y uso

 están estrictamente regulados por la ley.

 

 Tenemos diferencias

 en cuanto a la naturaleza de la expiación.

 

 Si Dios existe

caminaré al infierno para exigir que me devuelvan mi

dinero

 

 

AVENTURAS DE UNA NEGRA EN BUSCA DE DIOS

 Cada uno de los hombres

que ha golpeado

Incluso

el más pequeño o sobre todo él

es como estar más cerca.

 

Sabe que Dios la huele

y se esconde                  Su miedo

se asemeja a un gran árbol sin hojas

pero nadie diría

con las ramas desnudas

porque ella es feroz cuando está así

 

LOS ALBINOS TRAEN SUERTE

 En las minas de diamante o cuando ocurre

 una herida profunda.

 Para beber su sangre porque hay que cuidar

 la salud (un tesoro

 confiado a ese fantasma

 detrás del que ahora corren

 mientras siga con vida para secar

 sus ojos

 que son

 el verdadero origen del polvo de unicornio).

 Si van a presentarse

 altos ejecutivos

 y no todo está en orden. Incluso

 no te quieren

 y se ponen zapatos de tacón

 para pisar tus manos mientras fuman:

 femeninos

 superlativos

 plurales y hablantes

 de lenguas americanas en extinción.

 

En Burundi

Tanzania

o Kenia pocos pueden comprarlos.

Pero bastan

 




DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES

 Por eso es que mi padre dispuso

 una cámara de video

 en mi zapato. Una especie

 de espejo,

 para que me entiendan.

 Más

 un gato de nueve colas

 que un truco

 de espionaje industrial.

 

 El plan era sencillo

 (y mientras tanto

 que arda Pasifae dentro del toro

 porque aún quedan

 agravios por vengar):

 Te acercas por la espalda.

 Siempre tienen

 las piernas abiertas. Lo hacen

 a propósito.

 (¿Ya no te parezco

 tan aburrida, amor?)

 

Tú eres instrumento del castigo.

 Una tribu de asirios

 y el prurito

 de un corazón en llamas

 mientras san Nicolás

 aterroriza a Holanda

 

 caído de la gracia como una flor de estufa

 entre las fluctuaciones de los linces

 y liebres.

 

 

SUPONGAMOS QUE USTED NO ES UN CORRUPTO

Dedicado al deterioro

con tal vez algún efecto

secundario

cercano al melodrama por contaminación

porque cualquier relieve

aunque el piso esté sucio es escenario

y ya todos se aburren


Es igual de barato que los cuerpos

apilados a manera de escala

en las manchas de humedad con escenas más grandes

                y complejas

 

como cuando compara ciudades

o despliega fotos satelitales

y cartas del tarot mientras pasean en triunfo a los

               ladrones.

¿Qué le sucede y qué

puedo hacer

para remediarlo?

 

Todo se vende en Roma: la espalda

musculosa o la licencia

que permite operar una farmacia

desde hace ahora más de dos mil años

 

(De Perlesía)

 

ESTE HOTEL ES UNA dE LAS SIETE PUERTAS dEL INFIERNO

 Su música distrae. Jamás

 advierte: de pronto

 en el pasillo de cereales

 la voz de las ofertas dice una profecía

 o la señora anciana se desnuda

 y sonríe.

 

 Las ondas cerebrales de un cadáver

 no son una explicación racional.

 





CUATRO AZAFATAS TRANSEXUALES EN SU PRIMER vUELO

Queremos que el sufrimiento

 no sea actuado. La pobreza

 real

 y perdurable como si lo golpearan

 con carne congelada.

 

 Por hoy tiene permiso para destruirlo todo

 por 60 minutos

 y dentro de este edificio abandonado.

 

 ¿Que su oficio es arder?

 Lo conozco:

 Primero guarda en su boca gasolina

 sin tragarla

 para luego escupir hacia la antorcha.

 

 Puede conservar todas las monedas

 que le den.

 



MISS

 Mi tarea

 —lo juro—

 se la ha comido un perro.

 

 Y eso que mucha gente

 —lo investigué— no sabe

 o dice que no teme sufrir

 algún contagio.

 

El vector

es un mosco

—es la primera frase.

 

Y luego risotadas, tal vez algunas toses

fingidas y piadosas.

 


TEMAS dE PERMANENTE ACTUALIDAD PARA QUIEN TIENE PRISA

 Los hipnotizadores públicos. Los faquires

hablan de la telepatía en 25 000 palabras.

Pero usted puede ahorrárselas gracias a la ciencia

que le pondrá una antena en la cabeza,

luego medias de red

y unos zapatos que no pretenden ser un curso práctico de

            equilibrio

sino algo terriblemente salvaje

como tazas de té que juegan en el cielo

a esa batalla luego de la cual este planeta fue esclavizado

 

BUENA SUERTE

 En septiembre de mil

novecientos cuarenta y cinco

una señora habló por teléfono

para preguntar

si ya era el fin del mundo

 

porque llovían ejotes afuera de su casa.

 

El mes anterior

habían caído del cielo cientos

de conejos

 

pero

nadie

creyó

que fueran algo malo.

 

CUIdAdO CON EL PERRO

 Yo insisto en que me gritan.

 Otros dicen que ladran, pero yo

 no sé qué sea eso.

 

 Escucho que amenazan:

 si te acercas, te muerdo.

 (De 1331)

 



DICIEMBRE DISMEMBER

Evadida con pulcritud aparente la tentación

de limitarse a describir esa fotografía que

ilustra el álbum (ergo el procedimiento

conocido de versificación y escamoteo), el

siguiente tropiezo no querrás sino darlo, una

serie de palabras cruzadas sobre imágenes

donde las secreciones corporales preludian

la autofagia de Heliogábalo (sin duda es

divertido cuando le ocurre a otros)

 

BLACK WATER

 I. Primero y único: la interpretación de los sueños

 ¿Qué significa?

No me refiero a esos desfiles donde

al destornillador lo siguen las almejas

o las bulas papales. La sorpresa

fingida:

¿Ya está puesta la mesa? Y en lugar de cubiertos

las avispas.

Ni siquiera diría que puedo recordarlo.

Apenas la molestia

de quien toma café

y dejara de hacerlo algunos días

 
(De Mecanismos discretos)

 


miércoles, 1 de octubre de 2025

FLIP: DIEGO OTERO & ERWIN OLAF

 



BACKSTAGE

Una de las cosas que veo es que cada vez es más difícil escribir poesía que no sea en un punto metapoética o autorreferencial; ahora la poesía lo es de maneras muy variadas, sofisticadas, tácitas o sutiles. ”Quizás el mundo cambia a tal velocidad que a la poesía solo le queda observarse a sí misma para tratar de entender cómo esa velocidad lo afecta todo. En todo caso ese era el tipo de preguntas que me hacía al pensar en escribir sobre el ejercicio de la propia poesía, sobre la tradición o sobre poetas con nombre propio.

La relación entre la poesía y la política es complicada, me parece. En primer lugar, y eso es algo que solemos olvidar, es una relación que se juega en el lenguaje, en cómo te colocas tú como escritor de poemas frente al lenguaje que impone el sistema, digamos. Después está el asunto temático, de cómo lo que dices como escritor de poemas aborda lo político. A mí me da la impresión de que se le da demasiado peso al asunto temático, casi como si la calidad artística de un libro se definiera por cuan nítidamente ilustra determinadas agendas o causas. O por cuan eficazmente se enfrasca en indagaciones sociológicas.  Pero esos no son valores artísticos. Es pura instrumentalización política, instrumentalización que el mercado, por supuesto, detectó primero que nadie y canibaliza como sabe hacer, como siempre.

A veces nos olvidamos de que la literatura no está aquí para resolver nuestros tremendos dilemas identitarios. La literatura es otra cosa: no resuelve nada. Dicho eso, creo que el humor, la sátira y el absurdo son elementos que ayudan a construir un proyecto artístico en el que lo político es un eje. Son elementos que ayudan a salir del lugar del sermón o del chantaje emocional

(Fragmentos de una entrevista con Jota Picón, visible en: https://tiempodeveda.wordpress.com/2022/03/24/diego-otero-mi-unica-bandera-mi-unico-objetivo-a-la-hora-de-escribir-pasa-por-el-deseo/)

 

LO QUE NOS QUITARON LOS NOVENTA Y NADIE SE ATREVIÓ A RECLAMAR 


A veces

imagino que son de nuevo los noventa. Y que

estamos todos bailando felices y livianos en el descanso de una escalera inusualmente amplia.

Y que de pronto cualquiera de nosotros se detiene

por un instante bajo la bola de espejos

y pregunta: ¿y qué había en el piso de arriba?, ¿de dónde es que venimos bajando?


Nadie más desagradecido

con la muerte que los vivos, responde una voz, así, sin contexto, como salida

de un parlante

en una habitación vacía.


Pero la música

era más o menos fea y la tristeza terminaba siempre poniéndose un poco

delincuencial.


1991 y un par de cigarros sueltos a las siete

de la mañana. Un Volkswagen blanco completamente cubierto de humedad.  Una chica de pelo negro

que voltea hacia la calle y entrecierra los ojos como para diferenciar lo que quiere ver de lo que no


y alguien, en el asiento de atrás,

que nos devuelve de golpe al presente:

En las películas malas nunca faltan arenas

movedizas,

dice, con una mezcla de risa

y náusea.

 

–Imagínate si encima tu ciudad fue construida en el desierto.


En fin. Mejor entremos de nuevo

a una discoteca. O mejor vayamos caminando hasta el malecón.


Bizarro, Bauhaus,

la onda expansiva del ruido blanco:::::cruces sobre cruces de tape en todas las ventanas.


Parece que estamos buscando a alguien que no podemos encontrar, te dice una chica que súbitamente es muy amable, y sonríe,

la tercera vez que se cruzan en el estrecho pasadizo del

2007. Sus ojos aparecen, desaparecen y vuelven bajo la secuencia de resplandores y sombras

y bases

y estruendos.

A partir de entonces

la noche es solo tuya: todos los que esperaban algo

al borde de la pista de baile se han convertido en ceniza, en puchos aplastados, en la silenciosa madrugada que zumba en los oídos,

en las flores intangibles del sueño.


O puedes también elegir fugar tú solo, sabiendo


que si no lo haces

tu cuerpo podría despertar perfectamente consciente pero hecho pedazos, repartido en una cadena de habitaciones que has visto o imaginado y ahora quieres dejar atrás antes de que tus ojos se detengan en cualquier detalle que las haga más verdaderas.


O puedes también elegir fugar tú solo.


Aunque esa posibilidad quizá sea

un poco

menos verosímil. Y caminar con las manos en los bolsillos de tu casaca azul,

y mirar las líneas de la vereda como si miraras la ciudad desde un avión.




NOCTURAMA 


Un auto de policía llega a la escena del crimen. La escena del crimen está marcada con un aspa

en el centro de la página en blanco: un avión cruza ese espacio como un breve acontecimiento de luces en la oscuridad


y su sombra cubre unos segundos la cara de una mujer que mira un punto fijo:


un punto fijo

que nosotros no podemos ver. Y la circulina que gira nos ciega de pronto. Rojo y azul. Rojo

y azul. Sobre los muros

grises y las fachadas blanquísimas.


Necesitamos algo que nos eleve un
poquito. De otro modo tendremos que permanecer aquí, y seremos siempre sospechosos de algo. Sospechosos incluso para nosotros mismos.


Una, nada más que una sensación de fluidez:

la imagen de un skater deslizándose sobre un tumbo estático de asfalto: solo se escucha el ruido de las ruedas

que giran y saltan

y golpean suavemente en el declive de la pista.

El tiempo ha pasado, piensas. Las cosas no han salido exactamente como tú lo hubieras querido. Pero un auto

de policía ha llegado

a la escena del crimen –¿porque tú estás ahí y lo viste todo?, ¿porque

fuiste tú

quien discó nerviosamente el número?


En algunas especies, cuando la manada descansa,

un ejemplar cumple espontáneamente la función de vigilante.

¿Será el miedo

lo que activa ese rol espontáneo?, ¿qué haremos, al final, cuando llegue el inevitable cansancio y se nos cierren los ojos?


Obviamente estamos aburridos en el Nocturama, le dice un búho a un ocelote, y luego procede

a expulgarse las alas con extrema paciencia: Los visitantes abren los ojos y nos miran

y piensan que no nos damos cuenta de que somos solo parte del magnífico espectáculo de la noche salvaje

y artificial. Pero mi cuerpo no ha sido hecho para esto.

Ahora la mujer calienta sus manos con un café servido en un vaso de plástico. Sirenas e

interferencia en un altavoz. Rojo y azul. Frío.


Ahora recuerdo que anoche estuve en una fiesta en la que sucedieron cosas y en medio de la confusión el DJ terminó degollando al silencio.

Y se entregó.



CONTEXTO (2017)

En el noticiero de la noche vemos que el presidente

es entrevistado por un tipo con cabeza de pájaro.

 

Debe ser una de las noches más frías del año. 

Hemos prendido la estufa y estamos tapados

hasta el cuello.

 

                        Mi esposa pregunta

si la cabeza del entrevistador representa

a un cóndor o a un gallinazo.

                                   

                        No sé, respondo, y

subo el volumen para que el contexto

(las cosas que dicen)

nos ayude a sacar alguna conclusión.

                        Pero todo

lo que brota

del parlante

es muy feo, por eso el entrevistador parece

pronto hiperventilado

y acerca su cabeza a la cabeza del presidente

y le clava el pico en un ojo.

 

                                               La sangre

salta

            hasta cubrir

la pantalla, como

una cortina pesada y

            roja.

                        Y no nos queda más

que apagar. Y volver sobre esa tarde de marzo                                                                    

en que la luz era de un brillo

dorado

limpio. Y en la que mi hijo de cinco años

corría entre los muebles, y se carcajeaba,

y tiraba al aire una pepa de palta

que giraba como un pequeño planeta

o de repente solo como un país.

                       

                                    Un país

arrasado.

 

                                     Un país o una pepa de palta

que debería seguir girando

en el aire del departamento, cada vez

más lentamente, hasta el punto de convertirse

en la única excepción del mundo

a la ley de gravedad.

 



AUTOANIQUILIACIÓN, UNA PARÁBOLA

El hecho de que las autoridades clausuren los bordes de los puentes,

los acantilados y los techos con láminas de acrílico

            transparente

no va a impedir que los suicidas

encuentren el

camino.

                        Pronto esos acrílicos

quedarán como documento de una

“inocencia” pública:

            el apetito de la tierra

carece de remilgos frente a los síntomas de la

enfermedad social.

                                               Los involucrados

tampoco echan al traste los huesos del

faenón: se los chupan, eructan, y

la basura termina en el

mar.

                                    Todo

es un poco como ir al kiosko y pedir

el periódico del día, y esperar

que el periodiquero te dé siempre dos

opciones: ¿quieres el diario

en el que nos va más o menos bien

o el diario en el que nos va calamitosamente

mal?

                        Y tú le dices, porque

estás muy cansada, que mejor

solo ves los titulares

de ambos mientras

empiezan

a llover fichas

plásticas

de algún juego

que no conoces.

                                    (Esas fichas, esos miles

o millones de fichas, hay que decirlo, terminarán también en el

mar).   

 

            Pero en unos años, cuando todo haya terminado

y la ciudad haya crecido mucho

hacia arriba gracias a una dieta

balanceada y con insumos de primera

–y mucho a lo ancho un poco como

cuando alguien se alimenta de chatarra–,

sobre las láminas de acrílico

inútiles y sucias

los más jóvenes pintarán con spray unas palabras

parecidas al grito en cuyas ondas sonoras

viaja una flecha de punta encendida

hacia la noche

cerrada.

 

 
NUEVOS DEBERES DE LA POESIA PERUANA

   Si vamos a hacer que alguien regrese de la muerte, tenemos que colocarlo

al timón de un bus escolar.

                                    Un bus que lleve escritas las palabras

ser

vicio

escolar.  Si tenemos que decir que vivimos en Lima, debemos

decir que vivimos en el Califato

de Lima.

 

La poesía peruana no se permite risas grabadas al final de cada

            verso

            pero podría:

                                    ese detalle de tecnología

vintage

promete convertir nuestra proverbial desazón

en un santuario

de incrédulos.

                                    Son feos los lugares

en los que el amor es difícil.  O está prohibido. Y aquí todavía

juramos que la Torre de Marfil

estaba libre de abusos, injusticias

y atrocidades.

                        Mejor es comprobar que la física nos provee de una rama

florida:

            cuando un cuerpo

alcanza determinada velocidad se convierte en arma.

O en ilusión.

O en un buen motivo para moverse también.

 

                        Si vamos a hablar del holograma electrizado, inestable,

de Toño Cisneros

circulando bamboleante por Comandante Espinar

o Berlín,

tenemos que decir que al cruzarse con el holograma nítido

                                               de Washington Delgado

se dan un abrazo

y se atraviesan o se funden o

se traslapan en ese abrazo: se convierten

en un solo poeta, nuevo,

que ya no es holograma.

                                    A esto se le puede llamar fantasía, incluso

fantasía queer,

pero también tradición.

                                    En la publicidad prostibularia

la palabra modelo es un eufemismo para

puta, y la palabra poeta

un eufemismo para ese paracaidista

que abre la campana de tela

en el cielo de la noche

y mira hacia abajo

y no sabe

si esa cosa pequeña y luminosa que va

creciendo es una fiesta

o la guerra.

 

 


EL CALIFATO DE LIMA

 

1.

Porque somos demasiado desconfiados es

que lo vemos:

                        se pone de pie frente al

espectáculo del sunset del verano y se coloca

el turbante con estilo y

lentitud.

 

Nosotros no tenemos voz ni queremos

tenerla. Nos comunicamos por los ductos

del edificio:

                         los ductos

son nuestras gargantas, y decimos

lo que dicen el paso del tiempo o las condiciones

meteorológicas.
    

Decimos luz natural que destiñe la tapa de un

libro, decimos aire. Pero

también decimos cosas aparentemente

descontextualizadas:

 

soplido de hielo antártico, explosión.

 

 2.


A la pregunta de si prefiere una mano invisible,

una mano negra o una mano dura, él responde que

la única mano posible no es exactamente

blanca pero está cubierta

por un guante blanco:

                                    es decir: 

es la mano de un mago. Una mano cuyos

dedos largos y finos empujan al ciudadano que tuvo “mala

suerte” o “escasa disciplina” hacia el agujero

negro de un cráter y nos hacen

creer que se conducen

a un bosque

en un chasquido.

 

3.

Acá usamos sobre todo los ojos, menos mal. Y la

cerviz.

            Una cerviz flexible, que

nos permite asentir

y desplazar el cuerpo

por las zonas en que el edificio se vuelve

angosto como la madriguera

de un topo o el ojo

de una cerradura.

 

4.

 

Porque somos demasiado desconfiados

es que oímos el engranaje

de sus pensamientos.

 

            Es como un motorcito y dice que la sola idea

del cemento levanta muros

y proyecta ruinas.  O dice

que la sola idea de Dios

es un estudio

para la lotización

del infierno.

                        Nosotros oímos el ritmo

industrial, insaciable, del motorcito en las zonas

inferiores del edificio 

mientras él contempla el espectáculo del sunset tras

la mampara de doble altura del penthouse y cobra

eso que llaman

gastos de representación.

 

5.

 Llegados a este punto quizá sea pertinente preguntarnos hacia dónde exactamente estamos yendo. El viejo crítico literario que me parasita y que despierta por temporadas (como un oso que hiberna con el estómago vacío) quiere saber por qué, por ejemplo, este poema lleva por título El Califato de Lima. Qué es El Califato de Lima. ¿Un chiste? ¿Una caricatura de la opresión y el fundamentalismo que asoman sus cabezas de papel maché por encima de una nomenclatura de dudosa incorrección geopolítca?  ¿Se debe presumir que en algún lugar, encaramado sobre algún púlpito o alguna bóveda, hay algo así como un Califa? ¿O el Califa es ese energúmeno que ya hemos conocido?  Y by the way, ¿esa voz colectiva, ese “nosotros” que conduce el discurso, no es acaso la voz del indigno que sabe olfatear la indignidad de los demás? ¿De todos los demás?

 

6.

Quizá la única forma de responder (o por lo menos de ubicar) estas cuestiones es poniendo pausa y mirando un detalle particular del poema, que muestra la panorámica de un edificio gigantesco cuyos frentes ven, por un lado, la cordillera Occidental de los Andes, y por el otro, el Océano Pacífico. Pero lo importante no es tanto la dimensión vertical del rascacielos sino el penthouse que une ambos horizontes –cordillera y mar– y que funciona como centro de operaciones de lo que parece una especie de institución diseñada entre otras cosas para ver el skyline dorado,

salmón y

violeta

que nos vuelve a todos

un poco idiotas mientras él se pone

el turbante

                        en silencio.

 

El silencio es imprescindible para una adecuada contemplación:

 

desde tan arriba todo es hermoso, incluso Lima.

 

 

(De El Califato de Lima)