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viernes, 10 de octubre de 2025

¿PRIMICIA?: RAÚL ZURITA: «LA POESÍA ESPAÑOLA PARA MÍ SE LLAMA ANTONIO GAMONEDA»

 


Esta entrevista debió aparecer en el libro Backstage. 18 entrevistas (y algunas notas) alrededor de la poesía contemporánea (2017). Recuerdo que, en algún momento debí elegir entre su aparición o la crónica ZURITA la misma que inicialmente pensé en titularla Zurita; ácido en los ojos, tal como apareció en VALLEJO & CO[1]. Dado que, en determinado momento, decidí desaparecer todo lo publicado durante la primera etapa de Transtierros —cosas de croata— creo, me parece, que esta conversación con Zurita quedó suspendida en el aire, ¿tendría entonces que llamarla primicia
? No lo sé. La amistad no resiste ciertas categorías que funcionan sólo en el periodismo. 


Nos conocemos, y bien, hace una caterva de años –eso hace mucho más difícil el plantearte esta entrevista. Sin embargo, quisiera empezar con una confesión: una de las cosas que aprendí de ti fue la de “asumir” –no sé si utilizar el verbo “enfrentar”-el libro como una anécdota, la cual aparece en alguna parte del camino, tenemos que recorrerlo para sostener nuestra escritura. Ahora, con los años transcurridos, ¿qué cambió en lo que pudo escribir ese Zurita de «El sermón de la montaña», me parece recordar que fue en los 70, ¿a lo que escribe Raúl Zurita hoy?

Maurizio querido, me alegra retomar la conversación. “El sermón de la montaña” lo escribí en 1969, tenía 19 años, estudiaba ingeniería, aún Salvador Allende no era el presidente de Chile. Yo venía escribiendo desde el colegio y me importaba, me importaba cada vez más. Me desesperaba no lograr un tono, eso que se llama “una voz propia”, hoy creo que no hay nada que sea menos propio que la famosa voz propia, pero entonces eso me tenía muy angustiado. “El sermón de la montaña” fue lo que me liberó de esa angustia, pero por razones equivocadas, la voz propia es siempre una voz comunitaria, histórica, y en ese primer poema lo que hablaba era el presentimiento de la dictadura que vendría tres años después.

Con respecto a ese Zurita, tengo la sensación de que es un libro que toca una época y un mundo y que, a propósito de un atardecer, una noche y un amanecer, congrega todas las voces de quienes han visto un amanecer y vieron que ese amanecer era más oscuro que la noche. Son múltiples voces, pero le faltó una y por eso es un libro para siempre inconcluso: le faltó la voz de este tal Zurita. Pero es el precio insalvable de todo poema, en él habla todo, incluso lo no humano; el viento, el mar, la lluvia, menos la voz de quien escribe el poema. Si estuviera en Zurita la voz del que escribe, no sería un libro sino yo mismo. Es una paradoja, la vida es igual al poema sin ese poema.

¿Qué retos has debido enfrentar, cuáles resultaron los más difíciles, para sostener tu proyecto de escritura?

Lo más difícil no ha sido empezar ni terminar algo, me refiero a libros como Anteparaíso, INRI, La Vida Nueva, sino el naufragio que te espera en el medio, cuando ya te alejaste demasiado de la playa como para poder devolverte y estás muy lejos de la otra orilla para alcanzarla.

Creo que uno de los más complejos fue el surgido en tu relación con Chile, en cuanto a la recepción y significación de tu obra, por muchos años, es una impresión, me parece que tu obra hubiera sido silenciada por ciertos sectores críticos y, habría que decirlo, también en la falta de reconocimiento en el trabajo (el asalariado), entre otras cuestiones, ¿me equivoco?

Sí, fui marginado, silenciado, caricaturizado, tergiversado, ninguneado, y cientos de otros “ados”, lo usual cuando aparece en la bandada un pájaro con otro plumaje, no es más que eso y por favor no veas presunción en lo que digo, la bandada vuela con viento en contra, es pequeña y se concede a sí misma mucha más importancia de la que realmente tiene.

Ese “chaqueteo”, de alguna manera, siempre “utilizó”, quiso valerse, de Lihn, poeta que te abre las puertas de Editorial Universitaria, pero con quien, después, se generan una serie de desencuentros y tensiones –por diversas circunstancias. Finalmente, ¿te has reconciliado con la imagen que guardabas de Lihn?

Lihn hizo por mí lo que no hizo por ningún otro poeta joven, hizo que publicaran Purgatorio. Ese solo hecho desmiente las diferencias, ninguneos y tensiones que vinieron después. Mientras él decía que yo era bueno estuvo todo bien, el problema comenzó cuando lo empezaron a decir otros.  Una idiotez porque él era bastabte mayor que yo. Ahora me parece algo tan insignificante todo eso. Él me ayudó, después me odió, pero creo que yo también me hubiera odiado de verme, yo era jodido y él era un neurótico que esperaba que le rindiese pleitesía, pero yo no se la rendi porque no lo admiraba. Además, el primer deber moral de todo poeta joven es morder la mano que te da de comer. No, ese es un chiste mío. No me hagas caso, me estoy haciendo el malo, es que me acordé de Bolaño. Es un buen poeta Enrique Lihn, qué me costaba haberlo admirado.

Algunos historiadores podrían adjudicarle a Lihn el hecho de ser quien te descubrió. Yo no lo creo así. Más bien, estoy pensándolo ahora mientras escribo, creo que ese título podría corresponderle a Don Nicanor. ¿Has hablado con él después de haber recibido el Neruda?

No, no he hablado con Nicanor, es la persona más creativa e inteligente que yo he conocido en mi vida, va cumplir 102 años y baila mejor que todos nosotros. No lo voy a ver porque es demasiado joven para mí.

Cuando recibiste el Premio declaraste: "Recibo este premio con mi pensamiento puesto en los jóvenes". En buena parte de los años 2000, los poetas “jóvenes de aquel entonces”, se convirtieron en algunos de tus principales interlocutores, yo lo sé –otra cosa que pude aprender gracias a nuestra amistad fue confiar, antes que nadie en ellos. Pero pasó el tiempo, Raúl, y esos jóvenes ya no lo son tanto,  ¿continuaste manteniendo ese vínculo con los más chiquillos? ¿Por qué?

Porque están viendo. Hay dos nuevos poetas: Eugenio Castillo: Tachar donde dice Beatriz, Milagros Ábalos: Esto es, son notables. Fui a la presentación de Estos es, antes había ido a la presentación de Eugenio Castillo, son poetas que no leen, sino que recitan de memoria, como los rusos, son impresionantes, siempre he creído que la poesía debe resistir todos los niveles de lectura, desde el ojeo que le da un distraído lector en el estante de la librería, hasta la lectura a viva voz. En todos los niveles debe emocionar.

Respecto a los ya no tan jóvenes, ellos lo siguen siendo en la poesía; Héctor Hernández Montecinos es, después de Parra, la persona más pasmosamente creativa con la que me he topado y su obra a los 35 años es torrencial, inmensa. Él es una máquina textual donde todo nace, muere, se renueva.

Al frente, en la orilla opuesta, está Rafael Rubio, el reinventa la poesía del siglo de oro y hace del pasado de la poesía su futuro. Sus últimos libros , Luz rabiosa y Mala siembra son desmembradores, de una fuerza y potencia que hacen de él uno de los grandes poetas de hoy.

Hernández es lo más cercano a un genio y Rubio es lo más cercano a la perfección, un poeta de otro planeta.

¿Qué es mejor? ¿ser un genio o un poeta extraordinario? No lo sé, los conozco desde niños y los quiero a ambos. Pero me he referido solo a los chilenos y es reductor. En Latinoamérica ha emergido una nueva gran poesía.


Estoy recordando dos momentos. Hay uno en el cual conversando me dices: “yo soy un poeta visual”; en el otro, que se divide en dos escenas (una, cuando revisábamos la edición de El hábito elemental; otra, cuando discutíamos si publicar o no la imagen de Mapplethorpe  en Los países muertos) en la que reconoces: “no me gustan las fotografías en un libro de poemas”.

Entonces, me pregunto, ¿cómo diseñar la imagen desde tu perspectiva, que sí, estoy de acuerdo, podría ser la de un poeta visual?

No soy un poeta visual Maurizio. Amo a Augusto de Campos, y admiro lo que hace, pero yo no soy un concretista.  No lo soy porque no son concretos, si lo fueran sus poemas estarían instalados sobre las cumbres de Los Andes, no sobre la página de un libro. Una vez se lo quise decir a Haroldo de Campos, pero era alguien tan bondadoso y absolutamente amable y encantador que no se lo dije. Para qué.

En ese diseño estructurado lo que yo noto es una concepción de la poesía que se resiste a constituir un objeto puramente lingüístico, sino que, desde él, surgen una serie de vasos comunicantes, ora con las artes plásticas, ora con la música, ora con la cotidianidad y también con lo político –algo ineludible por tu biografía. ¿Eres consciente que tu poesía tiene mucho de la estructura propia de un assemblage?

De una instalación. Creo que eso es tal vez lo más cercano.

¿Podríamos decir lo “escrito en el papel” va más allá, mucho más allá de lo literario?

Sí.

Te lo pregunto pues esa fascinación por lo visual es algo que parece volver a reunirte con dos compañeros de generación, Juan Luis Martínez y (especialmente en los últimos años) con Diego Maquieira.

Los admiro a ambos, Juan Luis fue importantísimo para mí, pero ellos se confinan con la página del libro. Ya ves que la palabra “admirar” es importante para mí; puedo amar algo que no admiro, pero no puedo sino admirar todo lo que amo.

Últimamente estás viajando mucho, varios meses en Boston, antes Londres, hace poco Madrid, si hasta los 2000 todavía se podía notar una diferencia en las texturas de lo que se escribía en España respecto al Sur de América, o viceversa, lo cual cortaba de plana todo diálogo, ¿crees que esto cambió?, ¿empezamos a conversar, sé que es paradójico lo que diré, a pesar de habernos disputado el idioma?

La poesía española para mí se llama Antonio Gamoneda. Con él un buen poeta sudamericano se entiende perfectamente. Allí se encuentran las dos orillas del idioma. Ahora, si eres español y no te apellidas Gamoneda, y si eres sudamericano, pero no eres un buen poeta sudamericano, mejor no intentar cruzar entre esas dos orillas, naufragarás sin remedio.

La última vez que estuviste en España justo yo conversaba con el poeta Ángel Cerviño quien me dice: “justo estoy frente a Zurita, es muy nervioso, casi como un joven poeta”. Y eso es verdad, creo que algo que te caracteriza –y que nos hace medio parientes. Me refiero a esa ansiedad por construir, por eso me doy la licencia de preguntarte, aunque bien podrías decirme: “descansar un poco”, ¿qué se viene ahora?

Te decía que en Latinoamérica ha emergido una gran poesía, posiblemente la última gran poesía del mundo, porque en muchas partes la poesía ya ha muerto, pero nadie la lee, nadie la mira. Es irremediable porque en la repartición de papeles de la tragedia terminal de nuestro del tiempo, a la poesía le tocó el papel de Casandra, es decir, estar condenada a saberlo todo, a adivinarlo todo, sin que nadie le crea.

Te digo esto Maurizio querido porque de pronto pareciera que es tan inútil todo y quisiera descansar un poco, de verdad. Al menos, tener un ensayo de descanso antes de entrar a las ligas mayores, antes de entrar al descanso general.

 



[1] Visible en: https://www.vallejoandcompany.com/2014/03/06/zurita-acido-en-los-ojos/

jueves, 9 de octubre de 2025

EMOTIONAL RESCUE: RUTH LLANA. EL PASADO SE PERFUMA DE ROSAS TENUES

 


Uno de los regalos que me llevé luego de (casi) diez años de lectura dedicados a ciertas escrituras españolas fue conocer —a través del pulso de su letra — a Ruth Llana, Ruth es una escritora asturiana, autora tiembla (Premio “Federico García Lorca” de la Universidad de Granada 2013; Point de Lunettes, 2014), estructuras (Ejemplar Único, 2015), cuaderno pictórico realizado en colaboración con el artista plástico Gabriel Viñals, y umbral (Malasangre, 2017) y La primavera del saguaro (2021)Traductora  al castellano de Me encantan los artistas/I Love Artists (2019) de la poeta chino estadounidense Mei-mei Berssenbrugge, al inglés junto a Jesse Lee Kercheval For the Seals/Para las focas (2019) de Juan Manuel Sánchez. Actualmente, por lo que sé, Ruth, quien se desempeña como columnista en el suplemento de La Nueva España, de no haberlo hecho ya, finaliza sus estudios de doctorado en Estados Unidos. Pero eso no me interesa, me importan más la atmósferas que Ruth fue capaz de dejar en mí. Sería muy mezquino no compartirlas.

MM



Deseo de ser arquero

Nace para ser caballo ilota y relámpago y cartón y olor y tiembla tierra tiembla. Nacer para ser soplo de vida aliento, crin al galope vienen los cerros hacia mí - hacia ellos nos desplazamos nosotros, violentamente luces, esclavos. Golpe percutido (de los ojos negros sin sombra).

Respira la pausa por todo destino lo que se va, consuelo buscado en los golpes de las pezuñas contra el polvo, mantiene su memoria en las rodillas de los elefantes.

Río que trascurre, la mano del oso descubre en el interior del agua (reflejo en los ojos negros del deseo de ser crin y galope, espíritu, garra, nutria)

Golpe del suelo en los cascotes, golpe del suelo en los pies alargados hacia las estrellas (hacia los muertos).

 

Voy hacia los muertos, hacia los grandes cañones del desierto. Las plantas señalan el hogar del nacimiento. Para ser, momento antes, miedo hormigón tiembla.

 

Deseo, dirección, deseo; hacia donde voy los muertos como nutrias disparan sus arcos, y tiembla como retrocedo, voy con los muertos con la piel misma de los pies quemada, una superficie tras otra, tras otra la misma, el mismo miedo, peso que  se pronuncia de correr descalzo hacia mí corren los lugares descalzos, hacia mí los muertos descalzos  yo hacia los muertos  descalzo.

 

De Tiembla, 2014







Historia del sueño: Clara, el huevo y la gallina


Hubo un lugar para que Clara viera a la gallina y se detuviera como el rastro del sueño, y mirara el alimento a partir de un huevo narrada la historia y la semilla perdurada donde estuvo, “quien lo recoja sea su alimento”, pero dentro aún de la gallina nadie podrá tomarlo y entonces elegida será para ser, sueño en el vientre de Clara, clara para la gallina que mirará donde se detuvo, dentro del sueño, clara que devora el huevo, pelícano que devora a clara, en el huevo la gallina su estómago, mira antes del pollo, clara, en la tierra, su deseo, primordiales los restos tocarán la cara de clara, se asegurarán de la necesidad de su suerte, y será la yema deshecha en sus sueños lo que se lleven; y venga la gallina a picotear los hijos de clara, en el campo deshecho sueñe yerma y amarilla se deshace color, clara que se deshace, tiembla la cáscara, mire la gallina donde se detenga, el pelícano sus plumas su alimento, digan la gallina en el campo deshecho, abran las bocas sobre su cara, traguen el huevo, traguen a clara, su camino de huellas inventado por los hijos y en su vientre la suerte y la marca la voluntad de la patria, casa y herrumbre demolidas en sus cimientos, quemadas en sus paredes, el campo destruido y la gallina que se alimenta, los ojos de la gallina que quieta, miran a clara, clara que niña aprieta al pollo contra su pecho y lo asfixia en la legión extranjera de su seno; alimentará las ruinas con sus piernas quemadas a los hijos con sus ojos ciegos y el resto de su carne, finja las tierras que no pudo darse en el sueño y la demolición paulatina de su deseo quede encubierta bajo el mismo pecho que escondió la muerte a los niños; mire clara a la gallina su mirada puesta en el fruto de su vientre, la cáscara que todos esconden, sabrá ver la forma en las ruinas para cuando el sueño se acabe, y al despertar la yema en los dedos, mentirá también ante ellos la gallina por no saber hacerla.

De Tiembla, 2014

 

 


Y la que desprendida si te vio/nacer/para quién/sino cómo tocarte y hacerte preguntas, sino cómo acercarte si no puedo/me/acercar/por el corte abrupto de la/disolución/vieron sus huellas y les dieron caza/los conejos como un tambor sirvieron/al busto subir/la ladera trepar/célula de luz en el resquicio/un ojo lentamente/“Acércate aquí, no tengas miedo”/primera célula, hermana/hermanito de mí/en un momento descriptivo sorprendes las manos sobre el pelaje/pero el animal había disminuido su tamaño dos centímetros/“para ti”/ y las cabezas reposaban quietas sobre la pared/como la culpa te sobrevino el movimiento/me alejé/como una ladera me sobrevino la luz/y con ella la oscuridad/tiemblo de miedo/temo no/mis manos sean la oscuridad/la penumbra/ciega/dibujan a lázaro pero su sepulcro perforado, la tierra rojiza que imagino/jerusalem/con las manos en la niebla tanteo/tu rostro/y los cien rostros de dios/con mis manos hagan la oscuridad/acometer/con la memoria en las manos/retorcer/esto oponer/tiembla mudar/frente/volumen del rostro, nariz cuello ojos, párpados de dios, manos de dios/lo que no fue tocado no será manchado/lo que mis manos no tantearon/lo que a dios no fue dado/el rostro del hermano será/para mí/sepulcro y lázaro/“camina”/ven hacia mí/hijo, no tengas/sea así en la oscuridad.

 

De Umbral, 2017

 

 


delicado animal sueñas tu muerte tus patas tu desaparición tu olor sueñas

que tiembla que se abre la tierra / muy dentro de ti

que aún tiernas ella pisa las flores con la sensación de no perder absolutamente nada

que aquello va a ser eterno “piensa” pero yo me río desde aquí porque sé cuánto fue el peso

y que ahora ella tiene que cargar con ello, y lo sé porque lo veo aquí, / muy dentro de mí

 

aún cabes agazapado animalito “pienso”

pero animalito no piensa y en el salto desaparece

en su indolencia yo conseguí conmoverme porque a mi edad no solo conseguí restarme el nombre, sino también todo lo demás y lo que nunca había escrito para nadie

así el animalito no demostró su paciencia en esperarla cuando ella todavía se sentía tranquila “me esperará” se decía, pero aquello era otra cosa “pienso”

ahora cuando nada es reparable cuando el cuerpo del animalito es por fin nada, una nada obtusa en mi mente que no consigue fino hilo de nada, tampoco, nada

Suena como un eco, “no lo oigo” “¿no lo oyes?” me digo, pero qué buena niña estoy hecha, apenas obedezco mis propias leyes. No amaré. Estuvo todo escrito y no supe leerlo.

“ella morirá” “tú también morirás” fui tan consciente que se me cayó la loza al suelo y fue mi mirada de terror en el espejo estratégicamente colocado lo que, sin esperarlo, me devolvió a la cerámica rota, a la postura del cuerpo erguida pero retorcida en una miseria, porque descalza yo recogía aquellos pedazos que parecían “me reflejaba, te lo juro mamá, me reflejaban” aunque la cerámica opaca quizás esa retina, no lo sé. Así mi cuerpo doblegado al silencio de la ruptura, de soltar la pertenencia entre las manos, fue todo aquello el momento en el que no pude sino hacer otra cosa diferente que darme cuenta y dejarlo caer también en silencio, resbalar como resbalaría yo entre mis propias manos, o el animalito ardiendo a mil kilómetros de mí, que fue quien vino a visitarme, se reflejó en mi cara, me dijo:


De Umbral, 2017

 

 











You don’t have to consume the space to exist, distance, point-to-point, in which a beloved ruin is middle ground, for example.

«Permanent Home», Mei-mei Berssenbrugge

 

Perder una casa no por cataclismo o inundación, sino por enajenación de los materiales, por distancia entre las paredes, mal calculada, como posición entre el dedo y el rostro, como columna que sostiene la estructura.

Perder una casa por inanición, por plaga, polilla en las vigas. Perder una casa por ojos, por constancia. Perder una casa por ti, por ruptura, por balance.

Como fisura como arriendo como perdura

Perder una casa por temblor de tierra, por alejamiento entre las vigas, por falta de luz, por ceguera. Perder una casa por depravación y enfermedad, por soledad, por atmósfera, por humedad en las esquinas superiores de la sala; perder por vértigo, por maltrato, por abandono, por ocultación; perder por caída en el asfalto, por accidente, por lluvia continuada sobre las tejas, por ladrido de perro, por dejadez.

Una casa por necesidad, por pared contra pared, por ventana de aislamiento, por muebles de madera noble, por decoración y lujo. Una

Una casa por demolición y herencia, por robo. Una casa por un plato de lentejas. Una casa por golpe de quijada de asno.

Perder una ruina por una ruina. Por el canto de una moneda. Por el filo de un diente perder

por consunción   una casa   un  pedazo  de  tierra


De estructuras, 2015

 

Cantos

 

lima el neandertal estalactita    el pasado se perfuma de rosas tenues    un animal otro animal parecen pasar    el olor de la tierra se desdibuja en el color de las praderas verdes    en la piedra algún animal algún rostro alguna repetición

el neandertal lima con fuerza la pared y la roca fresca    el neandertal mira al final de la cueva    altramuz    que se lleva a la boca

se oyen golpear    redondearse las formas de los cuerpos sobre la sabana su estepa su pangea de un futuro estrecho y la arena se levanta y brillan sus pezuñas y    frutos en verano caen del árbol    y todo es    golpe cincel contra la roca golpe y animal que trota golpe y animal cambia su rostro por otro más viejo   por otro más nuevo    primer arma estrecha su mano contra la piedra    el neandertal lima la sonrisa enemiga con el olor de la hierba tenue    las estelas se desdibujan    sólo los animales    quedan    y boca arriba suspiran y boca arriba quedan y van quedando en continuidades    cantos que se golpean

 

De estructuras, 2015


 

Creencia

 

no anida sino que  desmembra. Quien todo lo sabe se acerca, interrumpe, toma asiento. El modo en que entra en la sala es un reflejo de un muestrario más grande más obtuso que de costumbre. Hubo aprendido la raíz antes del brote, por ello no era más que esa presencia que se queda quieta si no respondes. Aprendimos a describir según qué alfabetos según qué oraciones pensando en retícula en armazón en la figura de una tortuga. Pensar que cortar animal iba a ser de algún modo viaje o distanciamiento o salmo. El animal no es el animal, no es el hombre el hombre. Si pienso demasiado las palabras no las digo, no me refiero a la primera persona del singular o del plural, no hay que pensar el lenguaje o el animal, hay categorías que no son a través de lo que son. No me atrevo a decir “tacto” porque le quito su propiedad su gesto. Lo que tiene para mí. No digo tacto.

 

Descripción

 

no anida no desfigura sino que desmembra. Aprender el modo de la urdimbre la elaboración de un telar humedece el hilo vibra como una corona   cabe dejar un espacio para respirar a la par que se intercala    no describo las manos porque describir es el simulacro de la posesión – el simulacro no es el simulacro   de decir ya no cuenta   no se refiere a la primera persona del plural se refiere a la escritura que se apropia como ajena como señal   lo que no es tuyo no se sucede no se continúa   como señal se aprende el hilar el modo su gesticulación   donde colocar las manos   se produce un sonido   el del cuerpo muerto   el de la comida pudriéndose   pero no quiero describirlo porque describir es anular su nombre

 

Nombra

 

lo que existe por contraposición a lo que se nombra a lo que se sabe si digo “me golpeaste” reproduzco la imagen y la negación de la imagen “no me golpeaste” pero también “quizás fui golpeada” o quizás “tú fuiste golpeado” es decir todas las personas que hablan y las que no hablan y las que hablan a medias están aquí reunidas para golpearte para producir a la manera repetida golpe golpe sobre ti desde su mínima hasta su máxima desde el fruto hasta la semilla que no es su reverso su antítesis su felicidad incluso porque a través de eso su y tu felicidad por golpearte o por no golpearte que eso sea: una caricia un arbusto desde el fruto a la semilla desde la apología del terror hasta el alarido que es en sí mismo por permitirse una atrocidad un elemento tan destructivo como el amor y su reverso su golpe su posesión su ceñido al cuello el olor de una alegría extrema hasta el punto de que eso se convierte también en un humedal que no cristaliza sino que empantana que te convierte en el demonio dentro de ti otra que escribe a través de una cursiva tus mismas letras porque no necesita ser la que se diferencia  tienes el demonio dentro de ti, dijo y construyó al demonio pero también al no demonio a su no habitación “te dejo una marca en la cara los cabellos de caín las ropas de caín” asume el peligro voraz pero también el no peligro con su no voracidad sin saber qué es lo que se nombra porque a través de eso aparece lo que miento lo que es escrito desde la negatividad del estómago no es estómago si es que puede desposeer y poseer a los pares a los que se multiplican a lo que no aparece ni está muerto ni es ceniza dentro de un animal (un pez) en un río que no es omisión es realización de un sueño y un deseo y una infinidad de cosas que, en la medida en que son, tampoco


(inéditos)

 

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No anida no desfigura no desmembra. Urde anida desfiguración explosión de estructuras. El amante que se parece que conserva el nombre de aquel en quien se refleja. Hereda nombre postura manera en que el sol tiñe su piel y no la tiñe.

Hacia ese altar se encaminan los pares y sus dobles   el hallazgo y el temor   la mano que se dirige hacia la piel tensa como un golpe en el tambor   continuando una estirpe a través del daño   su miedo convendrá al fruto su no fruto su no recogido pero henchido entre los labios   con radicalidad y su rotundidad   su dispersión su profundidad   el olor de la rosa sobre la cabeza se transforma en   una imagen hace mil grietas   todo lo que la llame se convertirá en espacio seguido de   

 

 

 

un temor su no rotundidad su no espacio su

 

 

Por caridad

“por caridad hay que destruir el lenguaje” porque el lenguaje no tiene forma, me dijiste, porque el amor no tiene forma; en su asimetría es completamente simétrico, me repetiste, subrayando la idea de lo absoluto en lo parcial, la idea de la caridad en lo deforme, como única solución a la ausencia de sintaxis.

Y así todo, tu discurso era abrumadoramente léxico, abrumadoramente tú o yo, primeras o segundas personas, orden y conflicto; y eso último era lo que a mí me interesaba. Pensaba en el orden de las letras para formar palabras, en el orden de los planetas para producir su ruido. Había también un orden de rostro, una gramaticalidad de los rasgos. Si hay orden todo puede ser aprendido a través de su lógica, me dije. Pero a mí me interesaba el conflicto. Y quise hacer de tu discurso algo conflictivo diciendo tú en vez de decir yo, remontándome a la posición de los planetas, a la medición de un tiempo, de un espacio, de un movimiento. Tenía que haber una manera de narrar la memoria sin registrarla, haciendo una red donde se quedasen los peces, observar el túmulo feroz, la forma de acumularse de las montañas, su corte cuando las cataratas caen y continuas, lo que va por debajo del agua, ahí hay gramaticalidad, pero yo, pero tú, inviertes en desorden.

Y todo esto lo hacíamos con caridad. Nosotras nos reunimos por caridad alrededor del lenguaje para hacerlo incomprensible para devolverlo a la tierra. El lenguaje era absoluto y animal, era por ello incompleto amor y deforme. Los rostros eran agramaticales y no capaces de resolverlos, como fórmulas matemáticas, los rasgos dan otro nombre. Y así, tú y yo nos reunimos por amor pero nos reunimos por su despojo. Y tomamos lo que podía tomarse, y lo reunimos en pequeñas piezas de cerámica, y todo tenía un sobrenombre, como “todo”, como “suma”, como “caridad”. Reconocimos una fuerza mayor que los empujaba a formarse, así como el agua dibujaba siempre las mismas ondas tras el lanzamiento de piedra.
“Por caridad me sentaba a tu lado, porque hoy reconocí que el amor era deforme y, aunque fue tarde, sigo sentada a tu lado porque existe ese orden lineal del tiempo”. Sigo sentada y te pongo música y conversamos y te explico el modo en que las cosas se ordenan y porqué yo sigo sentada aquí y porqué aquí es cualquier sitio pero a la vez un lugar concreto y porqué tú aquí y no afuera y porqué ese orden. Pero no sé explicarte por qué la memoria, por qué no reconoces la jerarquía del rostro. No supe explicártelo entonces, no sé explicártelo ahora. La piedra cae al agua. Tiene sentido. Por caridad el lenguaje se bastaba a sí mismo, y colmaba nuestras necesidades, pero llegado un tiempo se hizo incomprensible y hube de buscar un modo distinto de lanzar la piedra de tocar el agua sin el orden de los acontecimientos, sin acontecimientos, sin agua ni piedra, llegar hasta ti.

El lenguaje perdió caridad con el tiempo, un tiempo inverso y modificado al tomar conciencia de sí mismo, por caridad de sí. Por nosotros hubo destrucción hubo reflejo deforme de la seña; hubo negación de la jerarquía su consecuente pérdida de memoria. Hubo cierto encanto y enorme explosión de alegría, hubo olor de rosa y marchita cómo aguantó la noche, el olor de la hierba no tenía orden lo descubrí y acudí al claro y tú acudiste al claro; una dispersión enorme nos aconteció y nada tenía sentido ni lo necesitaba, porque estábamos renunciados estábamos renunciados y eso tenía sentido.




* Me animé a que los textos de Ruth aparezcan acompañadas con imágenes de filmes de Andrei Tarkovski, ¿por qué las imágenes de uno me llevan al otro? El orden de los factores no altera el sentido.





EMOTIONAL RESCUE: JULIÁN RÍOS. ÁLBUM DE BABEL (fragmentos)

 





Nuestros primeros recuerdos

 

 

1 Smile's mile of Grinland:

Versta a través.

 

2 Qui-quién, quinquelingüe...:

Kien with kin und Kind wit kindling. De tal palote, Perico, tal astilla.

Made in Span. Ya. Y mejor no seguir repartiendo leña (¡trae la fusta!) en este auto (¿fa fede!) de Fehde.

 

3 ¿Falso?

Su pino bastardo.

 

4 ¡Sarta atrás!:

¿Cuenta atrás? Vaya cacharro de memoria la que solo tiene marcha atrás, como diría la Reina blanca.

 

5 ¡Oh cielo! ¿Ocelo?:

Ocelos del aire...

 

6 Souvenir par sou... Pièce de monnaie!?:

Si Monet puso el mantel y el pollo, mon poussin; Whistler, el maleficio (mal de ocelos, de la mariposa...


 

Si yo fuera Ireneo Funes, dijo Milalias, mi primer recuerdo sería la conjunción de la palma de mi mano derecha y la parte inferior de la plancha caliente que empuñaba aquella china encorvada del mechón sobre el ojo cuando falta un minuto para las ocho horas del funesto día seis de septiembre de 1869.

Y si yo fuese Emma Bovary, siguió Babelle, mi primer recuerdo sería el zumbido azul de un moscardón que se ahogaba en un vaso de sidra.

Si yo fuera Tristram Shandy: El martilleante tictac o más bien tris-tram de un altísimo reloj de pared situado junto al último tramo de una escalera sombría.

Si yo fuese Alicia: Una sonrisa que se estira y se estira y se estira sobre un paisaje risueño.(1)

Si yo fuera Pinocho: (2) El retumbar de un tambor (¿o batir el hacha contra un abeto(3) ya casi abatido?) boom-boom en el corazón del bosque.

Y si yo fuese la Reina blanca: Un collar de cuentas de vidrio verde que veré por primera vez dentro de ciento cincuenta años.(4)

Si yo fuera Marcel: El perfume a té o a tila de un aliento caliente y el aleteo de unas pestañas húmedas sobre la mejilla.

Si yo fuese Albertina: La monedita de oro que al ir a cogerla, oh,(5) oh, empezó a revolotear alrededor del pollo asado sobre el mantel blanquiceleste extendido en la hierba.(6)

Si yo fuera Sherlock Holmes: Se te parece aún más que Mycroft, le susurra mamá al desconocido de penetrante


 

1 Yodoformo, probablemente...:

Elemental, Watson.

 

2 Turdus albus?:

Ya no hay pájaros ni nidos de antaño.






 

3 Coser y cantar:

La centenaria sobre su centón. (Mes Moires!: Quel Choix!) La memoria es larapsoda de la casa. ((Recordar es recortar, dijo Reis, es..., y tanteó con su pipa en el aire hasta encontrar la palabra, es recontar. Es remontar, remachó Milalias. Sí, asintió Reis, arriba, más arriba, arriva... Recuerdo aquel viernes gris de invierno tomando té -sin magdalenas- en la penumbra del cuarto de Maida Vale, habíamos estado rebuscando primeros recuerdos en el desván de la memoria. Rememorar, murmuraba Milalias, es remedar... ¿Remendar?))

 

4 Forest time...:

Pilgrimagrey.

 

5 Cógelas al vuelo:

Vir a fronte lecti stans mulieris crura attollit. Tum Iaspium caulem in Pretiosam portam alte immittit.

 

6 O lodo o nada:

Lodos de aquellos polvos. Lodos los hombres, y agua las mujeres...

 

7 Esta es grilla, quizá:

Chitón. O te pondrán los grillos.

 

8 ¿Descabezando un sueño eterno?:

Sh. Seguimos en el sueño de la cámara ardiente.

 

9 ¿De doble filo?:

¡Sus!

olor como a azafrán(1) que está sentado al borde de mi cama, con una chistera sobre las rodillas, intentando arrebatarme su trompeta de madera.

Y si yo fuese Nadja: La foto de un menhir bretón en un museo de Lille.

Si yo fuera don Quijote: El pico arpado de un pajarillo que asoma por un agujero de su nido roto.(2)

Y si yo fuese la Celestina: El dedo filoso y encorvado como cola de alacrán que me llama a lo oscuro.

Si yo fuera Geoffrey Firmin el Cónsul: El caballo blanco con la soga al cuello que relincha al borde del acantilado blanco.

Si yo fuese Orlando: Los relámpagos diminutos que salían de la mano de la vieja costurera que canturreaba doblada sobre un paño de mohair lleno de remiendos.(3)

Si yo fuera Edmond Teste: El frío de mi pie derecho entre las manos al descubrir, contorsionado en la cuna, uno de mis talones de Aquiles.

Y si yo fuese Miriam Henderson: El pulgarzote de gigante que me hurgaba en el oído haciéndome llorar contra la yerba y las anémonas del bosque.(4)

Si yo fuera el príncipe Genji: El papel púrpura que tiembla y se encoge en las manos, muy finas y translúcidas, de la dama arrodillada junto al brasero.

Si yo fuese Sei Shonagon: Tumulto de cuervos emborronando un tejado cubierto de nieve.

Si yo fuera Hsi-men: El vuelo de las gaviotas.(5)

Y si yo fuese Loto dorado: El mono que se abrazaba a un árbol gimiendo.

Si yo fuera Pao You: Los frotes con saliva de aquella niña que intentaba limpiarse de la cara unas salpicaduras de lodo.(6)

Y si yo fuese Lin Tai-yu: El grillo de jade(7) que brilla en la boca entreabierta de un monje dormido.(8)

Si yo fuera Gregor Samsa: ¡Mi asma!, se ahogaba mamá (sus asmas...)(9) tendida en el sofá con los ojos extraviados mientras me arrastro a esconderme debajo.

 


 

1 Long drink of water...:

La fuente sangrada.

 

2 ¿Cagadas de mosca?:

Nanay. Viruelas locas, o la marca del señor de las moscas.

 

3 Watch your P's and R's:

Grandes Pesperanzas. No te empeñes en buscarle tres pes al papi.

 

4 R. I. P.:

Let it rip, Philip Pirrip.

 

5 ¡Aurora a la vista! ,¡ Rompió la aurora!:

Había llegado la aurora, y partió la autora...

 

6 ¿Y Pécuchet?:

A cada plumífero su plumero.

 

7 Blanca como la nata, une tache...:

It's no tache, snow now, un retazo de nieve -uú sont les blanches neiges d'antan, Natacha?

 

8 ¿Blanco como el papel?:

Biely et bien!

 

9 La ventana de hielo y lustre...:

¡Lustro! A atravesar otra fase, otra frase del espejo -la ¡ventana discreta:: OK! No!...


 

Y si yo fuese Grace Brissenden: Las fuentes y el lago largo (Long Water)(1) de los jardines de Kensington.

Si yo fuera Murphy: El Abbey Theatre de Dublín.

Y si yo fuese Celia Kelly: Una patata-talismán que me dejó palpar un viejo marino a la puerta de un pub.

Si yo fuera Stephen Dedalus: Los tirones de brazo que me daba mamá para que saludara al señor de oscuro que me tendía su mano como un pasmarote en aquel fragante jardndole al pollino parado junto a un muro moro en Gibraltar.lba mam Water) (1)ín de lilas.

Y si yo fuese Molly Bloom: La porra amoratada y bestial allí creciéndole al pollino parado junto a un muro moro en Gibraltar.

Si yo fuera Julien Sorel: El mordisco en la chapeta de colorete de la bruja de negro que se había emperrado en que le diera un besito.

Y si yo fuese Naná: Los lunares negros(2) en la luna rajada de un ropero.

Si yo fuera Pip: Las pes y erres panzudas y oscuras(3) en una losa sepulcral(4) blanqueada por las lluvias.

Y si yo fuese Shahrazad: Un resplandor rosa que apunta por el horizonte negro.(5)

Si yo fuera Bouvard: Las plumas, al viento, del gallo gordo perseguido por el corral.(6)

Y si yo fuese Natacha: Una mancha muy blanca(7) entre los árboles oscuros.

Si yo fuera Nikolai Apolónovich: El paliducho(8) nene ojizarco con un gorro de papel de periódico que me mira con miedo desde esa ventana de hielo y luces colgado del pescuezo del caballero huesudo de levita que canturrenguea acercándose y alejándose bruscamente como si no se atreviera a atravesarla de una vez por todas.(9)

Si yo fuera Rodion Roskolnikov: La cruz de pasas en un pastel de arroz que sostienen, a la luz de los cirios; las manos sarmentosas de un pope.

Y si yo fuese Sonia Marmeladova: La peste a alcohol y tabaco del ogro que me tiene sentada sobre sus rodillas





 

1 ¿Siberia?:

¡Aire! ¡Aire!

 

2 H Я H Я:

¿HE! No. Ho... Home, sweet Home... Yes, boy. Dom-dom-doma su idioma. (Una de sus lenguas, digamos, más tiernas.)

 

3 ¿Armonía armenia de la abuela babélica?:

Ba, Ba. ya galimatías.

 

4 Otro sepulcro blanqueado. Glosa esa losa:

¡Silencio! ¡Nieve! La nieve viene a autentificar -blanc-seing: blanco sobre blanco- el silencio.


 

mientras señala con su uña amarillenta una inmensa blancura en el mapa de un librote.(1)

Si yo fuera Akaki y Akkievich: Escrituras indescifrables en un papel secante.

Y si yo fuese Lolita: La palabra hogar, HOMƎ,(2) que trazo con palotes aplicados.

Si yo fuera Babelle: La armonía de la sílaba Ba, Ba(3), balbuceada por una boca desdentada junto a mi boca.

Y si yo fuese Milalias: la pálida lápida de un cementerio en la nievr.(4)

Si yo fuera usted, concluyó Milalias, y lo repetía Babelle al mecanografiarlo, me olvidaría de lo que acaba de leer y aquí abajo, sobre las líneas suspensivas de puntos, anotaría mi primer recuerdo para empezar a recordarlo de verdad:




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